Archivo Español de Arqueología 97 
ISSN-L: 0066-6742, eISSN: 1988-3110
https://doi.org/10.3989/aespa.097.024.740

Reseña de / Review of: Vincent Guichard (Ed.), Continuités et discontinuités à la fin du IIe siécle avant notre ère dans l’espace celtique et à sa périphérie. Actes de la table-ronde de Glux-en-Glenne, 25-27 octobre 2021, Collection Bibracte 32, Bibracte-Centre archéologique européen, Glux-en Glene, 2023, 398 pp. ISSN: 1281-430X. ISBN: 978-2-490601-13-4.

 
CONTENIDO

Dentro de la prolífica colección de libros del centro arqueológico de Bibracte, orientada a la publicación de las novedades relativas al sitio de Mont Beuvray y a su territorio y a los estudios relacionados con el contexto general de la Europa de los oppida, aparece en 2023 (y ya no es el último de la serie) este número 32 dedicado a las actas del coloquio internacional sobre el tema recogido en el título. Este impone una amplitud espacial enorme y alude a un planteamiento igualmente abierto (continuidades, discontinuidades) que son, sin embargo, el resultado de una reflexión realmente muy centrada y muy concreta: el impacto que los movimientos de población recogidos en las fuentes, en particular las guerras címbricas, tuvieron sobre las comunidades de casi toda Europa desde el noreste de la península ibérica hasta el valle medio del Danubio y desde el Mediterráneo a las orillas septentrionales. En el centro del problema se coloca la relación entre el cambio que supuso la aparición de los oppida y esta expansión de pueblos germanos que removió el panorama de los territorios occidentales y se convirtió en una amenaza para la propia Roma. Este planteamiento pone en marcha un diálogo más o menos conflictivo entre una historia evenemencial y una arqueología orientada a identificar el cambio social y cultural, con resultados diversos a diferentes niveles.

La aportación más directa del libro es la compilación de trabajos sobre distintas regiones europeas que supone una puesta al día de los estudios arqueológicos sobre el final de la Edad del Hierro y la definición de los cambios documentados a partir de finales del s. II a. C. Esta actualización refleja una notable diversidad en dos aspectos: por una parte, la propia de las distintas regiones históricas y sus procesos de cambio; por otra, la que imponen las distintas tradiciones académicas y enfoques de investigación de los equipos de diversos países. El planteamiento tiene, por tanto, un contenido comparativo de carácter interregional, reuniendo a arqueólogos que trabajan en las distintas regiones geohistóricas afectadas por estos procesos. Y, como indica el editor en su introducción (p. 18), no hay consenso sobre el alcance y contenido de los cambios.

Las síntesis regionales se centran en el estudio de las dinámicas del poblamiento durante los siglos II y I a. C., con desiguales resultados y conclusiones en función de la documentación de partida y de los enfoques aplicados. En muchas de las regiones este estudio de poblamiento se basa exclusivamente en inventarios de yacimientos con distinciones tipológicas (lugares centrales fortificados o no, poblamiento rural, santuarios, necrópolis) y cronológicas, y en los ejemplos mejor excavados. Es difícil ajustar el análisis territorial a estas escalas enormes. Téngase en cuenta que el alcance territorial incluye: las áreas del sur de la Galia entre Pirineos y Alpes (Languedoc-Rousillon, Provenza, Alpes Marítimos, por N. Nin y C. Sanchez); el Macizo central francés (Auvergne/Velay y Forez/Lyonnais) y del valle medio del Ródano (por Y. Deberge et al.); Bourgogne, Franche-Comté y Champagne meridional (P. Barral y P. Nouvel); meseta suiza (T. Luginbühl et al.); la región intralpina del valle del Ródano y el valle de Aosta (L. de Kalbermatten et al.); las regiones a ambos lados del valle medio del Rin (S. Hornung); sur de Inglaterra (A. P. Fitzpatrick et al.); la llanura noroccidental europea (N. Roymans); región al norte de los Sudetes y los Cárpatos (T. Bochnak y M. Kasiński); Bohemia, Moravia, sur de Polonia, sudoeste de Eslovaquia y noreste de Austria (J. Militký y M. Karwowski, también analizada en el “macizo herciniano” por B. Petit). Una de las grandes cuestiones que necesariamente se aborda en casi todos los capítulos es la relación entre los oppida y los grandes asentamientos abiertos que los anteceden. La calificación de “urbanos” de ambos modelos incluye una cuestión interpretativa relevante en el análisis. El tema lo tratan expresamente S. Fichtl y E. Hiriart y sus conclusiones llevan de nuevo a la diversidad. De gran interés son sus gráficos y figuras que sintetizan de manera clara y visual la dispersión espacial, las cronologías y las diversas trayectorias de cambio entre “aglomeraciones abiertas” y oppida. En este amplísimo panorama territorial la península ibérica está ausente. Esto se debe a que los investigadores españoles invitados al congreso declinaron participar en el libro por estar sus resultados ya publicados (Ñaco y Principal, 2012Ñaco, T. y Principal, J. (2012). “Outposts of integration? Garrisoning, logistics and archaeology in N.E. Hispania. 132-82 BCE”. En: Roselaar, S. T. (Dir.). Processes of integration and identity formation in the Roman Republic. Leiden / Boston: Brill, pp. 159-177.; Ñaco, Principal y Dobson, 2022Ñaco, T., Principal, J. y Dobson, M. (2022). Rome and North-Western Mediterranean. Integration and Connectivity c. 150-70 BC. Oxford / Philadelphia: Oxbow.). Es de suponer que el foco en las invasiones cimbrias llevó a centrar el interés en la región nororiental hispana y no en otras zonas de la península.

En algunos casos la falta de estudios espaciales acaba derivando hacia la definición de “culturas” y al intento de conectar el registro material con los etnónimos encontrados en las fuentes, planteándose cuestiones como la definición de lo lateniense (“céltico”) frente a lo germánico, la identificación de los pueblos en función de la información de La Guerra de las Galias, las “influencias” culturales en los tipos monetarios o la identificación de redes comerciales por la aparición del material itálico/mediterráneo. Estamos, pues, ante la constatación de la vitalidad de los grandes temas de siempre de la arqueología europea. Los estudios territoriales que realmente tienen en cuenta la explotación del territorio y la relación de los asentamientos entre sí siguen siendo escasos. La conexión de los oppida con otro tipo de poblamiento “rural” (fortificaciones menores, poblamiento disperso, granjas…) recibe muy poca atención más allá de su cuantificación y dispersión espacial y cronológica. Esta es una laguna importante. No puedo estar más de acuerdo con lo expresado por Collis (p. 326): “the study of the small farming settlements will tell us more about the role of possible ‘central places’ than the excavation of the main sites themselves” y, por lo tanto, es fundamental atender a “the need of field survey to understand how these societies functioned”.

Esta enorme labor de puesta al día permite la identificación de otros problemas y cuestiones metodológicas e interpretativas que colocan en el foco la propia labor de investigación arqueológica sobre las sociedades de finales del Hierro. Entre estos destacan la interdisciplinaridad, los problemas a los que se enfrentan los enfoques comparativos sobre todo en lo que se refiere a la cronología, la cuestión de las identidades étnicas y la identificación del cambio social.

Como ya se ha dicho, un eje fundamental del libro es la convergencia entre hechos históricos transmitidos por las fuentes escritas y los procesos de cambio detectables en el registro arqueológico. En la introducción se indica que el libro es resultado de un esfuerzo interdisciplinar, aunque esta cuestión resulta algo difuminada y confusa. En p. 18 se alude a “archéologues”, “historiens” y “spécialistes d’autres disciplines”. Sin embargo, si se repasa la lista de participantes (p. 8) todos son arqueólogos o historiadores de la Antigüedad. Se afirma que “en tant qu’archéologues, nous devions aussi regarder au-delà des modèles historiques et envisager d’autres explications pour les changements observés à la fin du IIe s. av. n. e.” (p. 18). Cuesta entender qué “otras explicaciones” se contraponen a los “modelos históricos” en lugar de imbricarse en estos modelos y ayudar a definirlos mejor. Tal vez es la categoría “modelos históricos” la que resulta poco clara. Posiblemente se refiere a la necesidad de encajar determinados hechos puntuales (como los movimientos de pueblos) en las explicaciones de tiempo largo, cuestión que es, sin duda, muy relevante para el conocimiento de la Antigüedad. Es lo que hace Nico Roymans, cuyo artículo es el que tiene un carácter multidisciplinar más claro. Analiza la conexión entre prácticas agrícolas (especialmente los “Celtic fields”), degradación del suelo y modelos de poblamiento en los paisajes de la llanura europea nororiental, que es el área habitualmente identificada como el origen de los pueblos cimbrios. El progresivo incremento de la presión de la población sobre recursos agrarios cada vez más reducidos ayuda a explicar la migración masiva de grupos germánicos recogida en las fuentes escritas.

La “interdisciplinaridad” radica, pues, en la colaboración entre historiadores (textos clásicos) y arqueólogos, pero sobre todo en la convergencia entre historia militar y arqueología. El libro incluye interesantes interpretaciones sobre el modelo de poblamiento de los oppida en clave de estrategia y táctica bélicas y sobre el papel de la guerra en la construcción de estas sociedades de finales del Hierro y su influencia también sobre el ejército romano. S. Krausz reflexiona sobre el término “militarización” y sus formas de evolución. A. Deyber se centra en el cambio entre una estrategia de defensa del territorio a una estrategia de defensa de las poblaciones a partir de un estudio exhaustivo de las “formas de hacer la guerra”. M. Engerbeaud hace una revisión de las fuentes sobre la batalla de Arausio y analiza las razones por las que en la Antigüedad se le quitó importancia. F. Cadiou estudia la conexión entre las guerras cimbrias y la evolución del ejército romano concluyendo que la idea de que a finales del s. II hubo cambios radicales es exagerada. B. Petit defiende la lógica militar del despliegue de los oppida en las regiones de Bohemia y Moravia y la contrapone a otro tipo de interpretaciones partiendo de su constatación de una ausencia de racionalización económica (los oppida no responden a los modelos de Christaller o de los polígonos de Thiessen) o de jerarquización política que permitan una explicación alternativa. En principio parece innecesario oponer las lecturas militares a las socioeconómicas, sobre todo sin entrar a fondo en los análisis espaciales. El papel de los asentamientos fortificados como elementos de una red de poblamiento y de unas relaciones de poder no invalida su interpretación militar, y viceversa. En general, de la comparación de estos estudios militares con los arqueológicos se extrae la impresión de que la conexión entre oppida y presiones externas producidas por las migraciones resulta mucho más ambigua en las interpretaciones del poblamiento que en las interpretaciones más centradas en lo bélico.

Dentro del planteamiento general del libro, las cuestiones temporales son, evidentemente, esenciales: la cronología absoluta (es decir, cuándo se produce el fenómeno de los oppida), el carácter rápido o lento del proceso de “oppidización”, la contemporaneidad o no de los distintos asentamientos que configuran esas “líneas defensivas” identificadas por los historiadores militares y, por supuesto, la vinculación entre fechas históricas y cronologías. En este sentido, una de las principales conclusiones del coloquio es la dificultad de interconectar cronologías regionales y, a amplia escala, manejar conjuntamente las cronologías de las regiones orientales y occidentales de Europa. Según Guichard (p. 19), el sistema de ordenación cronológica de los países del este está obsoleto debido a que sigue anclado en los trabajos de P. Reinecke (principios del siglo XX). Además, a las regiones orientales llegaron muchos menos productos mediterráneos, de los que en Occidente se usan para conseguir un mayor refinamiento cronológico. A esto se une el uso más sistemático de otros métodos de datación en los países occidentales. Tal vez habría que incidir en la necesidad general de multiplicar las dataciones radiocarbónicas. Sobre la definición de las cronologías y la metodología arqueológica reflexiona J. Collis en la primera parte de su contribución.

La otra gran cuestión que subyace en prácticamente todos los capítulos es la identidad cultural. El punto de referencia es el concepto “céltico” al que en el título y en la introducción se le da un contenido territorial: “le vaste espace où se développent les grands sites fortifiés que sont les oppida” (p. 17). Lo céltico se define así por medio de un modelo de poblamiento que recibe un nombre latino. Por supuesto, lo céltico a lo largo del libro posee también un contenido cultural, identificado con el registro arqueológico lateniense. Paralelamente, se manejan como marcos de referencia espaciales y culturales para la cultura material los etnónimos aportados por las fuentes clásicas, principalmente La Guerra de las Galias. En realidad, la reflexión profunda sobre cómo relacionar etnónimos y cultura material debería ser el punto de partida de cualquier propuesta de conexión entre investigación arqueológica y estudios históricos (de fuentes escritas). Sin embargo, la vinculación directa entre etnónimos, definiciones territoriales y culturas arqueológicas es algo tan asimilado por los investigadores que es ya un supuesto incuestionable de la investigación sobre la Edad del Hierro Tardía. Esto ancla la investigación permanentemente en el historicismo cultural (Sastre, 2009Sastre, I. (2009). Arqueología Espacial: Identidades. Homenaje a M.ª Dolores Fernández Posse. Monografía de Arqueología Espacial, 27. Teruel: Seminario de Arqueología y Etnología Turolense.; Moret, 2004Moret, J. P. (2004) “Ethnos ou ethnie ? Avatars anciens et modernes des noms de peuples ibères”. En: Cruz Andreotti, G. y Mora Serrano, B. (Coords.). Identidades étnicas-identidades políticas en el mundo prerromano hispano. Málaga: Universidad de Málaga, pp. 31-62.; Plácido, 2004Plácido, D. (2004). “La configuración étnica del occidente peninsular en la perspectiva de los escritores grecoromanos”. Studia historica. Historia antigua, 22, pp. 15-42). La vinculación entre cultura material y migraciones es abordada en varios capítulos de manera muy interesante, evidenciando la dificultad de rastrear esas conexiones. Destaca el trabajo de J. Martens sobre los movimientos de los pueblos de la cultura Jastorf originaria de la península de Jutlandia (donde las fuentes localizan el territorio “originario” de los cimbrios). En su recorrido desde el siglo III por las distintas regiones europeas fueron incorporando y mezclando elementos humanos y culturales, generando un registro indistinguible de los latenienses. Este conjunto mezclado e híbrido (con más rasgos “célticos” que “cimbrios”) es el que entraría en contacto violento con los romanos.

La otra cuestión “identitaria” es el papel de la influencia romana en los cambios documentados (o no) en el registro arqueológico y en los modelos de poblamiento. Dos contribuciones se centran en esta cuestión. Nin y Sanchez estudian el sur de la Galia, una región marcada por la presencia de Massilia y la expansión romana en la Transalpina. La fundación de Aquae Sextiae (122 a. C.) y de Narbona (118 a. C.) y el despliegue correspondiente de centuriaciones e infraestructuras de control del territorio (puertos y red viaria) debieron ser un catalizador de primer orden de los procesos de cambio documentados en las regiones más hacia el interior, principalmente los procesos de fortificación, y también en la difusión del uso de la moneda, el latín, etc. Sin embargo, las autoras manifiestan las dificultades para identificar en el registro la presencia itálica y enfatizan la continuidad por considerar que el sistema de poblamiento local era eficaz para la explotación del territorio y el despliegue de la red viaria bajo dominio romano. Posiblemente, Roma siguió el camino marcado por Massilia en una región que estaba ya integrada en las conexiones mediterráneas. La otra cara de la moneda de la presencia romana la abordan A. Pérez Rubio y L. Lamoine. Estos ponen en paralelo la llegada masiva de ánforas vinarias y cerámicas campanienses en la Galia con el despliegue de una política diplomática orientada a consolidar un “glacis”, un “patio trasero”, un área que amortiguara las posibles incursiones de pueblos migrantes. Esta imagen de continuidad de los procesos históricos tras la implantación romana tiene sentido en un contexto en el que las dinámicas estaban ya previamente determinadas por los procesos mediterráneos tardohelenísticos. De todos modos, hay que recordar que en época tardorrepublicana la manifestación cultural de los cambios suele tomar la forma de exacerbación de la identidad local, y esto puede confundirse con continuidad (Sastre et al., 2023Sastre, I., Currás, B. X., Sánchez-Palencia Ramos, F. J. y Orejas Saco del Valle, A. (2023). “Las sociedades antiguas desde la arqueología: los castros de la Edad del Hierro del noroeste peninsular”. En: Montero, I. y Pizzo, A. (Eds.). Conociendo nuestro pasado: proyectos e investigaciones arqueológicas en el CSIC. Madrid: CSIC, pp. 137-146.). Lo que resulta reseñable es el poco interés que suscita en los estudios regionales la creciente llegada de productos itálicos en un momento en el que la expansión de Roma empieza a ser imparable.

En lo que se refiere a la interpretación histórica, las lecturas sociales no han merecido especial atención. Sí hay interés por las relaciones políticas y los sistemas de gobierno, pero se echa de menos una reflexión más profunda sobre qué hay detrás del uso de conceptos como el de “aristocracia”, “realeza”, “urbanización” o “economía monetaria”. En mi particular opinión, un problema de los estudios de la Edad del Hierro europea es que dan por supuestas determinadas formas de organización social, así como su progresiva conversión en sistemas organizados de acuerdo con los modelos mediterráneos de ciudad. De acuerdo con esta interpretación imperante, los procesos son siempre los mismos, aunque varían en intensidad. Frente a esta visión homogeneizadora, me parece muy relevante la alusión de J. Collis a la “agency”: “these societies seem to have some sort of choice to remain nucleated or dispersed”. Por lo tanto, es necesaria una explicación histórica de los cambios que debe contextualizarse en las particularidades locales. Es curioso que una conclusión general del libro sea que lo que caracteriza el proceso en general del final de la Edad del Hierro europea son los numerosos particularismos (p. 312) y la existencia de enormes variabilidades regionales, y sin embargo el modelo imperante para entender el cambio bajo dominación romana esté marcado por la continuidad y la homogeneidad.

En definitiva, la identificación de lagunas en la investigación (lúcidamente expuesta por V. Guichard en la introducción) es tan valiosa como la puesta al día de los conocimientos. La compilación y actualización de lo que se conoce sobre estos procesos convierten al libro en una monumental obra de referencia que, al igual que otras de la misma colección, se convertirá en cita obligada de los estudiosos de la Protohistoria y de las primeras formas de dominación romana. Por un lado, por ser una síntesis actualizada de la investigación de una amplísima región europea. Por otro, por mostrar claramente “las continuidades y discontinuidades” de la propia investigación arqueológica de acuerdo con las distintas tradiciones y escuelas.

BIBLIOGRAFÍA

 

1 

Moret, J. P. (2004) “Ethnos ou ethnie ? Avatars anciens et modernes des noms de peuples ibères”. En: Cruz Andreotti, G. y Mora Serrano, B. (Coords.). Identidades étnicas-identidades políticas en el mundo prerromano hispano. Málaga: Universidad de Málaga, pp. 31-62.

2 

Ñaco, T. y Principal, J. (2012). “Outposts of integration? Garrisoning, logistics and archaeology in N.E. Hispania. 132-82 BCE”. En: Roselaar, S. T. (Dir.). Processes of integration and identity formation in the Roman Republic. Leiden / Boston: Brill, pp. 159-177.

3 

Ñaco, T., Principal, J. y Dobson, M. (2022). Rome and North-Western Mediterranean. Integration and Connectivity c. 150-70 BC. Oxford / Philadelphia: Oxbow.

4 

Plácido, D. (2004). “La configuración étnica del occidente peninsular en la perspectiva de los escritores grecoromanos”. Studia historica. Historia antigua, 22, pp. 15-42

5 

Sastre, I. (2009). Arqueología Espacial: Identidades. Homenaje a M.ª Dolores Fernández Posse. Monografía de Arqueología Espacial, 27. Teruel: Seminario de Arqueología y Etnología Turolense.

6 

Sastre, I., Currás, B. X., Sánchez-Palencia Ramos, F. J. y Orejas Saco del Valle, A. (2023). “Las sociedades antiguas desde la arqueología: los castros de la Edad del Hierro del noroeste peninsular”. En: Montero, I. y Pizzo, A. (Eds.). Conociendo nuestro pasado: proyectos e investigaciones arqueológicas en el CSIC. Madrid: CSIC, pp. 137-146.