Archivo Español de Arqueología 96
enero-diciembre 2023, r06
ISSN: 0066-6742, eISSN: 1988-3110, ISSN-L: 0066-6742
https://doi.org/10.3989/aespa.096.023.res06

Ángel Ventura Villanueva

Universidad de Córdoba

https://orcid.org/0000-0003-0739-6231

Reseña de / Review of: Lorenzo Cariddi, Cirene e l’acqua. Ricerche e documenti sulla gestione delle risorse idriche in città e nella chora, Monografie di Archeologia Libica XLVIII (collana: Cirene “Atene d’Africa” XI), «L’Erma» di Bretschneider, Roma, 2020, 256 pp. + 35 tavv. ISBN: 978-88-913-1962-3.

Han transcurrido 110 años desde el inicio de las investigaciones arqueológicas italianas en Libia y, especialmente, en la ciudad de Cirene, la única colonia griega arcaica fundada en África, cuyo conocimiento histórico-urbanístico, amplio y profundo, debemos a las continuadas misiones de excavación allí desarrolladas por el Instituto de Arqueología de la Universidad de Urbino “Carlo Bo”, desde mediados del s. XX hasta la actualidad. La dirección de los trabajos, encomendada sucesivamente a grandes figuras de la Arqueología Clásica italiana como Alessandro Stucchi, Lidiano Bacchielli o Mario Luni, recae ahora, desde el fallecimiento en 2014 de este último, en su discípulo Oscar Mei, profesor asimismo del Ateneo Urbinate. Los resultados de esta inmensa labor científica se recogen en numerosos artículos de la revista Quaderni di Archeologia della Libya, fundada en 1950, pero, sobre todo, en los 21 volúmenes monográficos de la serie Archeologia Libica dedicados a esta polis y su territorio, editados primorosamente por la prestigiosa editorial L’Erma di Bretschneider entre 1959 y 2018, a los que se añade en 2020 la obra de Lorenzo Cariddi.

El autor, también formado en Urbino con el magisterio del Prof. Luni, es miembro de la Misión Arqueológica Italiana en Cirene desde 2008 y cuenta con una amplísima experiencia arqueológica “de campo”, gracias a su participación en numerosas campañas de excavación en este y otros importantes yacimientos como Forum Sempronii, Pitinum Pisaurense o Selinunte. Doctorado en Antichità Classiche por la Universidad de Roma “Tor Vergata” en 2016 bajo la tutela de la Profa. Bonnanno Aravantinos, nos presenta ahora editada la que fuera su tesis doctoral con el título Cirene e l’acqua.

Se trata de una magna investigación sobre el ciclo urbano del agua en esta metrópolis grecorromana, Patrimonio de la Humanidad y patria de grandes figuras de la cultura universal como los filósofos Aristipo y Carnéades, el poeta Calímaco, el geógrafo Eratóstenes o el obispo Sinesio, que analiza con perspectiva diacrónica los diferentes sistemas de captación, almacenamiento, distribución, uso y evacuación de los recursos hídricos que implementaron sus pobladores durante más de un milenio, desde la fundación de la colonia terense por Batto en torno al 630 a. C. hasta la invasión árabe de Amr ibn al-As en 641 d. C.

El trabajo se basa en la prospección, reconocimiento y documentación exhaustiva de todas las infraestructuras hidráulicas visibles en la ciudad, llevadas a cabo in situ a lo largo de cinco campañas desarrolladas entre los años 2008 y 2012, que pudieron ser completadas, definitivamente, durante una última estancia en el lugar en 2019, una vez retornada la misión italiana a Libia tras el impasse provocado por la guerra civil y la complicada situación política del país subsiguientes a la Primavera Árabe; lo que demuestra la determinación del autor en culminar su obra incluso bajo las circunstancias más adversas. A ello se añade un profundo conocimiento de la historiografía y la topografía del sitio, que queda demostrado por el extensísimo aparato bibliográfico, planimétrico y documental de archivo utilizado por el Dr. Cariddi para abordar el estudio e interpretación ‒impecables desde el punto de vista metodológico‒, de tales infraestructuras hidráulicas.

Se abre el libro con tres presentaciones (pp. 9-25), que contextualizan la obra desde varias perspectivas: en primer lugar, la político-institucional, a cargo de Ahmed Hussein Y. Abdulkariem, responsable del Departamento di Antichità della Libia, quien nos informa sobre algunas medidas adoptadas para la preservación del patrimonio arqueológico libio durante el mencionado conflicto armado, al tiempo que se congratula por la continuidad de las investigaciones y el tímido retorno al país de las misiones internacionales. Sigue un prólogo de Margherita Bonnanno, Catedrática de Arqueología Clásica en la Universidad de Roma “Tor Vergata”, que lo hace desde la perspectiva científico-académica, al exponer un recorrido historiográfico de la arqueología urbinate en Cirene e introducir al autor y su investigación en el marco de dicha escuela. Y, en tercer lugar, un prefacio firmado por Oscar Mei sobre la evolución histórico-urbanística de la ciudad, que permite al lector familiarizarse, previa y adecuadamente, con su topografía.

Siguen dos capítulos introductorios (pp. 27-37) donde ya es Lorenzo Cariddi quien expone, por un lado, la metodología seguida y la estructura de la obra y, por otro lado, una síntesis sobre el régimen de precipitaciones y la hidrología de la Cirenaica, aspectos imprescindibles para la investigación posterior. Destaca en el primero de ellos el glosario de términos relacionados con la ingeniería hidráulica que aporta y serán empleados a lo largo del trabajo, con definiciones claras y unívocas para cada uno: pozzo, gallerie o bracci di captazione, cisterna, serbatoio, sorgente, fonte, castello di carico, camera ipogea, canale di smaltimento, etc.

El grueso de la investigación está contenido en la sección titulada “El ciclo del agua en el área urbana” que se divide, a su vez, en tres capítulos dedicados al barrio del ágora (pp. 39-71), al sector del santuario de Apolo (pp. 72-118) y a los barrios central y meridional (pp. 119-166).

En el capítulo I se catalogan todos los pozos, cisternas y fontanas del centro urbano, tanto públicos como privados, hasta un total de 32 ítems. Cada dispositivo de abastecimiento viene debidamente contextualizado arquitectónicamente, lo que permite concretar su datación y funcionalidad concreta. La descripción pormenorizada de los mismos se aporta al final del capítulo, en forma de fichas catalográficas homogéneas, acompañadas de sus respectivas fotografías.

En el capítulo II se analizan los dispositivos de captación y distribución existentes en el principal santuario de la ciudad, el de Apolo, donde brotan, hoy como en la Antigüedad, los famosos manantiales alabados por Heródoto, Píndaro y Calímaco, que permitieron el asentamiento colonial griego en este lugar concreto. La estructura narrativa aquí es distinta, pues se adapta a los distintos complejos monumentales que componen el propio santuario rupestre a lo largo de la ladera septentrional de la acrópolis, dada la densidad y complejidad de las infraestructuras presentes. Comienza por el Piazzale della Fonte (cap. II.1), donde se encuentran la fuente Kyra con su galería de captación y la adyacente gruta-ninfeo, la cueva de la fuente de Apolo con su témenos y la fontana de Apolo Ktistes. Sigue por la Terraza Superior (cap. II.2), donde se sitúan el Jardín de Afrodita, la fontana de Hermesandros, el Balaneion, el Aqua Augusta y la Grotta Oracolare. Y termina con la Terraza Inferior (cap. II.3), donde se yergue el Templo de Apolo y, a su alrededor, la Krene de Philothales, la Krene Dórica, la fontana de los propíleos, la exedra de Pratomedes, transformada en fontana o lacus en época romana y, por último, las grandes termas imperiales de época de Trajano, profundamente reformadas en época severiana. De cada elemento mencionado se aborda su descripción arquitectónica, documentación gráfica o fotográfica, datación, evolución cronológica y aparato ornamental o epigráfico, en su caso. El comentario final (cap. II.4) integra todas las estructuras en sucesivas fases de la prolongada historia de la ciudad.

Destacaría de este capítulo II el estudio del Balaneion rupestre helenístico, por su enorme singularidad arquitectónica, así como el del monumento denominado Aqua Augusta, acerca del cual me asaltan algunas dudas respecto a la interpretación aportada. En efecto, parece tratarse de un ninfeo o gran fontana terminal de un acueducto, compuesta por dos filas paralelas de 5 depósitos o lacus cada una, adyacentes e intercomunicados y excavados en la pared rocosa, cuyo techo se sostiene por pilares asimismo excavados, entre los que se sitúan plutei o balaustradas bajas. El dispositivo, con 70 m de frente y dotado de un pórtico, permitía el acceso al agua de un gran número de personas. Un arquitrabe marmóreo inscrito aparecido junto a una de tales piletas ‒justo la única con pared de fondo en exedra‒, refiere que el procónsul C. Clodius C. f. Vestalis “Aquam Augustam restituit” (IRCyr., C. 322). El conjunto de fuentes estaba alimentado por una galería tallada en la roca de 1,8 m de altura × 0,6 m de anchura, dotada de un canal en el fondo de 20 cm por el que discurre el agua; aunque por las concreciones presentes se deduce que, en ocasiones, el caudal llegó a alcanzar un calado de 80 cm. La galería muestra la morfología de un specus que penetra en el monte y de tramo en tramo consta, además, de pozos verticales hasta la superficie, empleados probablemente durante su excavación. Tal cunículo presenta un recorrido horizontal de unos 50 m, donde se bifurca. Un ramal aparece poco después obstruido por derrumbes y lo mismo sucede con el otro, aunque 40 m más adelante. La primera duda es si tales specus excavados en la roca constituyen en sí mismos el acueducto augusteo, que captaría entonces el agua subterránea de la misma colina de la acrópolis; o si, más bien, se trata del túnel de una conducción mucho más extensa con su caput aquae en otro lugar distante. Quede este interrogante para resolver en investigaciones futuras. La otra duda se refiere a la identidad y cronología del procónsul Vestalis. Tradicionalmente se ha identificado con un triumvir monetalis del año 41 a. C. (PIR2, C-1192), que habría desempeñado el proconsulado de Creta-Cirene hacia los años 20 a. C., lo que a mi juicio resulta muy improbable. El hecho de que un procónsul restaure un acueducto con la denominación Aqua Augusta implica que la obra fue originalmente financiada por el Princeps e inaugurada con posterioridad al año 27 a. C. Por lo tanto, su deterioro y “restauración” debió acontecer bastante tiempo después. Probablemente se trate de un hijo homónimo del triunviro, que aparece mencionado en una inscripción de Forum Clodii (CIL XI, 3311). E incluso así, cabe preguntarse por qué este procónsul Vestalis habría necesitado restaurar tanto el acueducto augusteo como la Porticum Augustam del ágora (según testimonia otro epígrafe: IRCyr., C.113), a finales del reinado de Augusto o ya durante el de Tiberio; es decir, al poco tiempo de sus inauguraciones. ¿Podrían estas peculiares, por inmediatas, restauraciones haber estado provocadas por un episodio sísmico desconocido acaecido en esas fechas?

El capítulo III se divide, a su vez, en dos apartados. El primero dedicado al estudio de las gigantescas cisternas abovedadas de aprovisionamiento del Caravanserraglio, en el extremo oriental del recinto amurallado, y de Saf Saf, localidad situada extramuros a unos 9 km de distancia en dirección SE, que el autor interpreta, junto con algunos otros vestigios dispersos de canales subterráneos o superficiales y buenos argumentos, como dispositivos contemporáneos e integrantes de un acueducto helenístico. Tal conducción captaría los manantiales de Ain Ghegab, a unos 20 km de distancia en la misma dirección y cota 702 m s. n. m., para abastecer con sus aguas los sectores central y meridional del recinto amurallado, edificados por debajo de la cota 618 m s. n. m. Y en el segundo apartado se catalogan los tramos conservados de la red de cloacas y otros canales existentes para el drenaje urbano y evacuación de aguas residuales.

Verdaderamente loable resulta el estudio del asombroso conjunto de cisternas antedichas, semisubterráneas y elaboradas completamente con sillería, que habrían servido como desarenadores del acueducto y, al mismo tiempo, como grandes reservas de agua para dotación a las caravanas. En el Caravanserraglio se hallan 6 cisternas abovedadas adyacentes en batería, cada una de unos 65 × 7 m en planta y 2 m de profundidad. La de Saf Saf consta de una única nave de 5 m de anchura, similar profundidad y unos 240 m de longitud, cubierta también por una bóveda de medio cañón corrida elaborada con dovelas pétreas. La metódica documentación de las numerosísimas marcas de cantero presentes en los sillares de ambos complejos y su comparación con las presentes en otros edificios han permitido al autor establecer su contemporaneidad y datación en época ptolemaica.

Una segunda sección aborda el ciclo del agua en el área extraurbana, concretamente en los santuarios de Démeter Lybissa y de Apolo Apotropaios (pp. 167-181). Aquí se retoma la estructura expositiva del capítulo I, con la catalogación de todos los pozos, cisternas y fontanas existentes en esos recintos (9 ítems), seguida de una contextualización cronológica y funcional de los mismos.

Se cierra la obra con una última sección titulada “Consideraciones conclusivas” (pp. 183-188), donde el autor reflexiona sobre los sucesivos “ciclos del agua” con que contó la ciudad entre las épocas arcaica y tardorromana, a partir de la periodización de todos los dispositivos hidráulicos tratados; lo que queda sintetizado también en unas útiles tablas sinópticas finales.

No conforme con este inmenso trabajo, el autor nos regala un Apéndice (pp. 189-226) referido a los acueductos de la Cirenaica, donde compila la información existente sobre tales dispositivos en las ciudades de Sambar, Apollonia, Ptolemais, Hadrianopolis, Euesperides y Gubba, profusamente ilustrado.

Una de las más destacables bondades de este volumen es, precisamente, la abundante y cuidadísima documentación gráfica, pues consta de 203 figuras en blanco y negro a lo largo del texto y 35 láminas finales, 6 de ellas a color, que incluyen tanto dibujos como planos y fotografías, de todas las cuales se explicita la procedencia, cuando no son de su propia autoría.

Cirene, asentada sobre los manantiales de Apolo y de la epónima ninfa Kyra, constituye un paradigma de cómo el agua, su afloramiento natural perenne en un lugar concreto, posibilitó de manera determinante el fenómeno urbano antiguo. Y, también, de cómo la pericia técnica de sus habitantes para el aprovechamiento y adecuada gestión de este escaso recurso vital permitió el ulterior florecimiento y longevidad de la ciudad: asertos ambos capitales, aun cuando de enunciado sencillo, que quedan perfectamente argumentados y demostrados con esta magnífica monografía.