Archivo Español de Arqueología 96
enero-diciembre 2023, r05
ISSN: 0066-6742, eISSN: 1988-3110, ISSN-L: 0066-6742
https://doi.org/10.3989/aespa.096.023.res05

Feliciana Sala Sellés

Universidad de Alicante

https://orcid.org/0000-0003-1644-8611

Reseña de / Review of: M.ª Cruz Marín Ceballos, María Belén Deamós y Ana M.ª Jiménez Flores (coords.), La cueva santuario de es Culleram (Ibiza), Colección Spal Monografías Arqueología XLVII, Editorial Universidad de Sevilla, Sevilla, 2022, 399 pp. ISBN: 978-84-472-2424-1.

CONTENIDO

La cueva de es Culleram se localiza en un punto medio de la vertiente meridional de la Serra des Port, al noreste de la isla de Ibiza, en una cota aproximada de unos 150 m s. n. m. y a algo más de 1 km de distancia del mar. En su discurrir sinuoso entre la accidentada orografía, desde el pequeño núcleo de Sant Vicent hasta desembocar en la cala de Sant Vicent, el Torrent de sa Cala fue labrando una estrecha cuenca cuyo fondo, caracterizado por la terra rosa, es un suelo de secano tradicionalmente agradecido para la producción de uva y vino. La estrechez del valle y ese trazado sinuoso hacen que desde la boca de la cueva no se pueda ver la cala, ni su fondeadero. Lo que se ve al fondo a la derecha, en un pequeño triángulo abierto entre las elevaciones de la margen derecha, es el tramo de costa situado a unos 5 km al sur de la cala, concretamente la isla Tagomago y la canal entre la isla y la Punta d’en Valls. Allí, en 1763 se edificó la torre vigía que debía avisar a la población de Sant Carles de las incursiones piráticas. Se trata de un punto de refugio importante para la navegación entre las islas de Ibiza y Mallorca, como prueba la existencia de pecios modernos y antiguos, entre los que interesa recordar aquí los cargados de ánforas fenicio-púnicas de los siglos V y IV a. C. de la serie T-11 de Ramon (Ramon, 1985Ramon Torres, J. (1985). “Tagomago 1, un pecio fenicio del siglo V a. C. en aguas en Ibiza”. VI Congreso Internacional de Arqueología Submarina (Cartagena 1982). Madrid: pp. 377-392.; Heinrich y Ramon, 2018Heinrich Hermanns, M. y Ramon Torres, J. (2018). “Tagomago 2, un pecio del siglo IV a. C. en la costa NE de Ibiza”. Madrider Mitteilungen, 59, pp. 208-264.). Dichas naves se dirigirían probablemente hacia el Levante mediterráneo, si damos por bueno el circuito que van marcando los hallazgos de esas ánforas por el Mediterráneo central y oriental hasta llegar al almacén de ánforas púnicas del puerto de Corinto. Así pues, no podemos decir que desde la cueva se controle el mar, aunque sí se avista un punto de refugio importante.

La cavidad se conoce como yacimiento arqueológico en 1907 y desde entonces ha pasado por todas las vicisitudes que se puedan imaginar: excavaciones clandestinas, uso de explosivos para facilitar la entrada, excavaciones legales sin método estratigráfico, confusión y pérdida de materiales arqueológicos, venta de piezas a museos y coleccionistas, bastante información inédita, etc. Por suerte, el yacimiento también fue objeto de excavaciones regladas que intentaron poner orden en el depósito estratigráfico y recuperaron la planimetría de la cavidad y, además, una parte del conjunto material, principalmente la colección de terracotas, se fue dando a conocer en sucesivas publicaciones. Pese a las contrariedades y gracias a esos trabajos y publicaciones, el yacimiento se convirtió en un hito en la arqueología fenicio-púnica y del Mediterráneo prerromano en general, ineludible en cualquier estudio sobre religiosidad antigua. Sin embargo, debemos reconocer que, si el colectivo investigador no tiene acceso a la totalidad de los datos, es decir, sin disponer de un estudio monográfico o una memoria de excavación, el conocimiento de cualquier yacimiento es incompleto. Este gran inconveniente es el que viene a corregir la monografía que se reseña. En efecto, se trata del primer estudio global de la cueva de es Culleram, un estudio con el que se intenta subsanar la pérdida de información que ha caracterizado el yacimiento desde su descubrimiento y da a conocer por primera vez y con toda la exhaustividad posible el resto de materiales ‒vasos, objetos de metal, líticos y óseos‒ aparecidos junto a las terracotas. Este es el primer mérito para destacar de la monografía.

En respuesta al típico interrogante de un informe evaluador, deberíamos decir que el tema no es nuevo, aunque en este caso es una cuestión irrelevante porque lo que realmente debe prevalecer es que era ya muy necesario el estudio íntegro del santuario. Por ello, el segundo mérito de la monografía, y hay que resaltarlo especialmente, es que el equipo de investigación se atreviera con la ingente tarea de ensamblar las piezas de ese puzle desgraciadamente bastante incompleto que son las revisiones de excavaciones antiguas. Para ello se han combinado la paciencia y el buen hacer que hacen falta para reunificar datos y objetos dispersos en no pocas colecciones públicas y privadas. La obra es la suma de diferentes estudios de reconocidos especialistas, quienes a su conocimiento en la materia asignada han unido el haber sorteado con solvencia la pérdida de información. Pero todo ello no habría sido posible sin una buena dirección del proyecto investigador y la posterior coordinación del estudio y publicación. En la monografía se otorga la misma importancia a cualquier objeto del contexto material, desde los exvotos dedicados a la diosa Tinnit hasta los sencillos pesos de plomo de una red de pesca, así como a todos los aspectos que contribuyan al fin último: entender la cueva santuario y el culto dedicado a la divinidad. El resultado es excelente y ese sería el tercer mérito.

Empezando por cuestiones formales, se agradece un título conciso y claro, sin los subtítulos tan de moda en estos tiempos y que en algunas ocasiones despistan al lector o lectora más que atraen su curiosidad. La estructura o índice del estudio es el clásico y no podía ser de otra manera, como seguidamente veremos. El conocimiento de la materia por parte de los y las firmantes de los capítulos y una redacción clara y coordinada entre los diferentes apartados contribuyen a que la lectura resulte fácil y agradable, de manera que el estudio podrá llegar sin problema al público general. Aún más, los capítulos de análisis tipológico, a veces aburridos por demasiado técnicos, no lo son en absoluto, y nos atrevemos a decir que tampoco lo serán para el lector profano. A esa lectura amena contribuye también la calidad de las ilustraciones y un tamaño adecuado en la maquetación, especialmente con las imágenes de las terracotas y joyería donde es fundamental que el lector o lectora pueda apreciar sin dificultad los detalles de las representaciones figuradas. Finalmente, el listado bibliográfico destaca por completo y por reunir las referencias más antiguas y dispersas, algo especialmente útil para el investigador o investigadora que pretenda introducirse en el conocimiento del santuario. En general, la religiosidad antigua es un tema que atrae mucho la atención y esta cueva santuario ibicenca sigue siendo por sí misma un lugar especial en la isla y bastante conocido entre los lectores y lectoras amantes de la arqueología púnico-ebusitana. Auguramos, pues, una amplia distribución de la monografía, incluso entre el público no especialista.

Respecto al contenido diremos para empezar que, como en todo estudio basado en la revisión de excavaciones antiguas, la metodología y enfoque empleados no podían ser otros. Ya se ha dicho que el trabajo se presenta en una estructura clásica, pensada y organizada de modo que el conocimiento adquirido tras leer un capítulo conduzca a aquilatar mejor el siguiente. De hecho, en los diferentes estudios suele haber alusiones a lo dicho en otros capítulos. Así pues, se recomienda hacer una lectura ordenada desde el primero al último, empezando por la presentación donde las coordinadoras de la monografía expresan los problemas metodológicos a los que se han enfrentado y las decisiones adoptadas para su solución. De este modo, se comprenden los enfoques aplicados en los capítulos que siguen. Si todo estudio histórico se debe iniciar por la revisión historiográfica, en el caso de la cueva santuario de es Culleran es imprescindible. Conocer las vicisitudes por las que ha pasado el yacimiento, capítulo redactado por Jordi H. Hernández, permite entender el punto de partida del estudio y por qué la arquitectura de la cavidad no se llegó a conocer hasta la actuación de J. Ramon casi 80 años después. Sobre la base de la planimetría elaborada en 1981 y actualizada con un levantamiento topográfico reciente, en el capítulo 2, redactado por Joan Ramon, se procede a un análisis de la arquitectura geológica y antrópica. La nueva documentación gráfica y una recreación de la cavidad en diferentes secciones hacen que, al fin, nos podamos hacer una idea clara del espacio religioso, algo que más adelante servirá para valorar la propuesta del ritual practicado.

A partir del capítulo 3 se inicia el análisis de los objetos, pero en lugar de empezar por las terracotas, sin lugar a duda el conjunto de hallazgos más sobresaliente, se presenta el estudio de la cerámica vascular, realizado por Joan Ramon. Es una decisión relevante, ya que es la primera vez que se da a conocer el conjunto cerámico, siempre relegado a un segundo plano ante el interés por las terracotas. La cerámica se encuentra muy fragmentada y no son vasos que formalmente podamos considerar destacables. Sin embargo, el estudio aporta datos fundamentales para las conclusiones: de un lado, qué tipo de vajilla se está usando en los rituales y, de otro, sitúa el apogeo del santuario a lo largo del siglo II a. C. y primer cuarto del siglo I a. C., con lo que los hallazgos de otras fechas, desde el último cuarto del siglo IV a. C. hasta época andalusí, nos hablan de frecuentaciones esporádicas.

El capítulo 4, dedicado a las terracotas y redactado por M.ª Cruz Marín, María Belén y Ana M.ª Jiménez, podría constituir en sí mismo una monografía, dada la exhaustividad con que se aborda el estudio tipológico, técnico e iconográfico, todo ello acompañado de un excelente aparato gráfico que, como se ha dicho, facilita la lectura. Por primera vez se tiene a mano todos los tipos de figuras de barro cocido y, aún más, el catálogo completo de las 1155 piezas en una base de datos alojada en internet y con un cómodo acceso desde un código QR, que se encuentra en la última página del libro.

Vienen a continuación los capítulos dedicados a los restantes hallazgos ordenados por la materia en la que están elaborados, desde la joyería a los objetos líticos, pasando por las piezas de hierro, bronce, plomo, marfil y las monedas, redactados respectivamente por M.ª Luisa de la Bandera, Ana Mezquida, Benjamí Costa con colaboración de Ricard Marlasca, M.ª Cruz Marín, María Belén, Ana M.ª Jiménez y Marta Campo. Evidentemente, las tres piezas de orfebrería son objeto de un análisis más extenso, pues la propia caracterización morfológica y técnica y el estudio iconográfico lo requieren. Sin embargo, valoramos positivamente que se den a conocer todos los objetos, hasta los sencillos cantos rodados, al menos en su descripción. No podemos descartar que en el futuro encontremos una respuesta a la presencia de esos objetos menores en un santuario y, si están publicados, el dato no se habrá perdido y quizá podamos insertar una pieza más en el puzle.

Se dejan para el final los capítulos de la epigrafía, el ritual y la identidad de la diosa, de José Ángel Zamora, M.ª Cruz Marín, María Belén y Ana M.ª Jiménez respectivamente, en los que, como se ha dicho, se recogen datos de los capítulos precedentes para llegar a entender el santuario en las conclusiones. En este sentido, es interesante el estudio paleográfico de la cara B de la placa de bronce, de la que en 2023 se celebra el centenario de su hallazgo, que puede concordar con la cronología tardía del momento álgido del santuario que señalan las cerámicas. En el capítulo del ritual destacamos cómo se ha sabido sacar partido de los escasos datos arqueológicos recuperados, en especial los restos de fauna, apoyándose para ello en el cotejo con la iconografía y con ciertos pasajes de las fuentes escritas para ofrecer una explicación bastante sólida sobre el ritual practicado. Lo mismo cabe decir del capítulo dedicado a la divinidad Tinnit, en el que las autoras van pasando por el análisis del teónimo desde los testimonios epigráficos, por las fuentes escritas primarias y secundarias y por las fuentes arqueológicas para cerrar un estudio sobre la divinidad que tardará en superarse.

Se echa en falta, no obstante, un estudio más profundo acerca de la imbricación de la cueva santuario en el particular paisaje donde se encuentra y en el poblamiento rural tardo-púnico del entorno. O, mejor dicho, gracias a que tenemos en nuestras manos el primer estudio global de la cueva santuario se nos ocurren otras cuestiones, como por qué existió una cavidad sagrada de la relevancia de es Culleram en un punto tan remoto de la isla. Solo hay que leer el relato de las dificultades del grupo encabezado por Carlos Román para desplazarse desde Vila a la cueva en 1907 (p. 17). Es cierto que el contexto histórico se aborda en el capítulo último, donde las autoras M.ª Cruz Marín, María Belén y Ana M.ª Jiménez tocan los puntos clave: no es un santuario marino, el momento de mayor frecuentación coincide con la expansión del poblamiento rural tardo-púnico por el valle de sa Cala y área agrícola de Sant Carles, como han demostrado las prospecciones (Gómez Bellard, Marí y Puig, 2007Gómez Bellard, C., Marí i Costa, V. y Puig Moragón, R. M. (2007). “La ocupación rural en el NE de la isla de Ibiza a través de las prospecciones recientes”. En: Arruda, A. M., Gómez Bellard, C. y van Dommelen, P. (Eds.). Sítios e paisagens rurais do Mediterrâneo púnico, Cadernos da UNIARQ, 3. Lisboa: Uniarq, pp. 87-104. ; Gómez Bellard, Díes y Marí, 2011Gómez Bellard, C., Díes Cusí, E. y Marí i Costa, V. (2011). Tres paisajes ibicencos: un estudio arqueológico. Saguntum Extra 10. Valencia: Universitat de València.), y es una traslación al punto más septentrional de la isla del poder protector de la diosa políada Tinnit. Sin embargo, no se ha entrado en profundidad, probablemente porque el tema necesitaría de otra monografía. Como hemos querido retratar en la descripción del paisaje al inicio de esta reseña, la cala de Sant Vicent no es de los mejores fondeaderos de la isla, aunque el valle sí tiene uno de los mejores suelos para el cultivo del viñedo, la terra rosa, y la mejor manera de desplazarse hasta el valle es por mar (Guillon, 2020Guillon, É. (2020). “Le monde clos des Pitiuses: essai d’analyse du fontionnement territorial d’Ibiza et Formentera puniques”. Treballs del Museu Arqueologic d’Eivissa e Formentera, 78, Coloquio internacional Insularidad, îléité e insularización en el Mediterráneo fenicio y púnico (Eivissa, 2017). Eivissa, pp. 183-201.). Así pues, merece la pena dar otra vuelta a la elección de la cavidad de es Culleram para el culto a Tinnit y la expansión agrícola que desde fines del siglo III a. C. emana desde la capital hacia zonas de la isla lejanas pero susceptibles de una actividad productiva rentable (Costa y Graziani, 2020Costa Ribas, B. y Graziani Echávarri, G. (2020). “La explotación de recursos agropecuarios en la Ibiza púnica. Estado actual de la cuestión”. En: Celestino, S. y Rodríguez, E. (Coords.). Un viaje entre el Oriente y el Occidente del Mediterráneo: IX Congreso Internacional de Estudios Fenicios y Púnicos, Vol. 2. Mérida: CSIC, pp. 689-704.), en este caso el valle de Sant Vicent o de sa Cala. Y todo ello a pesar del complicado desplazamiento por tierra (Díes, Gómez y Puig, 2005Díes Cusí, E., Gómez Bellard, C. y Puig Moragón, R. (2005). “Fondeaderos secundarios y explotación rural en la Ibiza púnica”. Mayurqa, 30, 2, pp. 729-751.). En definitiva, nos hemos quedado con ganas de saber más y sin duda es otro punto a favor de la monografía.

Por todo lo dicho, concluimos que la publicación constituirá un referente en la historiografía arqueológica española y del Mediterráneo y, sin duda, marcará un hito en la investigación de la religiosidad antigua. El estudio en su conjunto resuelve muchas dudas y errores, cierra una etapa de la investigación y, ciertamente, abre otras líneas de estudio.

BIBLIOGRAFÍA

 

Costa Ribas, B. y Graziani Echávarri, G. (2020). “La explotación de recursos agropecuarios en la Ibiza púnica. Estado actual de la cuestión”. En: Celestino, S. y Rodríguez, E. (Coords.). Un viaje entre el Oriente y el Occidente del Mediterráneo: IX Congreso Internacional de Estudios Fenicios y Púnicos, Vol. 2. Mérida: CSIC, pp. 689-704.

Díes Cusí, E., Gómez Bellard, C. y Puig Moragón, R. (2005). “Fondeaderos secundarios y explotación rural en la Ibiza púnica”. Mayurqa, 30, 2, pp. 729-751.

Gómez Bellard, C., Díes Cusí, E. y Marí i Costa, V. (2011). Tres paisajes ibicencos: un estudio arqueológico. Saguntum Extra 10. Valencia: Universitat de València.

Gómez Bellard, C., Marí i Costa, V. y Puig Moragón, R. M. (2007). “La ocupación rural en el NE de la isla de Ibiza a través de las prospecciones recientes”. En: Arruda, A. M., Gómez Bellard, C. y van Dommelen, P. (Eds.). Sítios e paisagens rurais do Mediterrâneo púnico, Cadernos da UNIARQ, 3. Lisboa: Uniarq, pp. 87-104.

Guillon, É. (2020). “Le monde clos des Pitiuses: essai d’analyse du fontionnement territorial d’Ibiza et Formentera puniques”. Treballs del Museu Arqueologic d’Eivissa e Formentera, 78, Coloquio internacional Insularidad, îléité e insularización en el Mediterráneo fenicio y púnico (Eivissa, 2017). Eivissa, pp. 183-201.

Heinrich Hermanns, M. y Ramon Torres, J. (2018). “Tagomago 2, un pecio del siglo IV a. C. en la costa NE de Ibiza”. Madrider Mitteilungen, 59, pp. 208-264.

Ramon Torres, J. (1985). “Tagomago 1, un pecio fenicio del siglo V a. C. en aguas en Ibiza”. VI Congreso Internacional de Arqueología Submarina (Cartagena 1982). Madrid: pp. 377-392.