Archivo Español de Arqueología 96
enero-diciembre 2023, r02
ISSN: 0066-6742, eISSN: 1988-3110, ISSN-L: 0066-6742
https://doi.org/10.3989/aespa.096.023.res02

Reseña

Review

Thomas G. Schattner

Instituto Arqueológico Alemán de Madrid

https://orcid.org/0000-0002-1630-037X

Reseña de / Review of: Sabine Panzram, Dominik Kloss, Die 50 bekanntesten archäologischen Stätten in Spanien, Nünnerich-Asmus Verlag, Oppenheim, 2022, 176 pp., 108 ilustraciones, 6 b/n y 102 en color, ISBN: 978-3-96176-180-7.

CONTENIDO

La fecha de publicación del libro, en otoño de 2022, coincidió con la Feria del Libro de Fráncfort, en la que España era el país invitado, de modo que cabe pensar en una coincidencia. La página web de la Feria del Libro enumeraba para ese momento la publicación de nada menos que ocho nuevos libros de viajes sobre destinos españoles1 https://www.buchmesse.de/files/media/pdf/Neuerscheinun gen%20Oktober.pdfZe . Por regla general, se dedican a las regiones que figuran entre los destinos turísticos más populares, y en esto reflejan sin duda el interés de la mayoría del público: Costa Blanca, Valencia, Costa del Sol, Mallorca, Barcelona/Costa Brava y Andalucía. Además, hay obras que atienden a clientelas especiales, como una guía de senderismo para recorrer el Camino de Santiago. Ante este panorama, el libro que se presenta aquí tiene una posición especial, ya que contempla todo el país. Su enfoque, sin embargo, se corresponde con una perspectiva diferente: la Antigüedad romana, la Hispania de la época imperial romana. La pretensión se ve contrarrestada por la limitación a 50 yacimientos arqueológicos, en coherencia con el título de la serie de libros de la editorial NA. Publicadas en ella hasta el momento hay guías sobre Grecia central y septentrional, Inglaterra, Alemania y la Riviera Turca. Todas tienen en común el precio razonable, inferior a 25 o 30 euros, que hace que estos libros estén al alcance de todos y que resulta incluso sorprendente a la vista de la calidad de la impresión, del diseño y la maquetación.

Con estas premisas, no es fácil, desde luego, seleccionar los 50 yacimientos arqueológicos más conocidos de España, como señalan los propios autores en el prefacio. Sin embargo, los criterios se translucen o son deducibles. Así, ya el índice deja entrever la pretensión obvia de que todas las regiones estuvieran ampliamente representadas, tanto las septentrionales como las meridionales, las orientales como las occidentales. Se han agrupado en un orden que recuerda a una ruta de viaje. De este modo, el viaje comienza en Ampurias, en el noreste, sigue por Cataluña a través de Aragón hasta Valencia con un desvío a las Islas Baleares, continúa en el sureste en dirección a Murcia, sube por Castilla hasta Galicia y regresa al sur por la antigua ruta de la Vía de la Plata a través de Extremadura para acabar en Andalucía.

Aunque los 50 sitios seleccionados abarcan el periodo comprendido entre el siglo III a. C. y principios del siglo VIII d. C. (mil años), como es lógico, el enfoque está centrado en los monumentos romanos de la época imperial, que constituyen la mayoría de los conjuntos arqueológicos seleccionados. Casi todos ellos son ciudades españolas, que a menudo se remontan a predecesores romanos, que a su vez tienen raíces prerromanas (por ejemplo, Barcelona, Tarragona, Sevilla, etc.). Las épocas se solapan, las ciudades están construidas unas por encima de las otras y, al centrarse en la fase romana, los asentamientos de las otras épocas quedan, en principio, relegados y desdibujados. Los autores sortean este problema de forma inteligente al incluir en el discurso referencias que, aunque escasas, como las indicaciones topográficas (por ejemplo, Barcelona), evocan edificios y monumentos de estas épocas. En cuanto al marco cronológico, sin embargo, también se incluyen monumentos prerromanos y lugares que destacan por su calidad y notoriedad, como las esculturas ibéricas de Porcuna, o tardoantiguos (por ejemplo, Granada/Elvira) e incluso posromanos (por ejemplo, Toledo, Zorita de los Canes/Recópolis).

El hecho de que en la selección de los 50 sitios la elección recayera a menudo en esas ciudades mencionadas ofrece una indicación más del criterio utilizado. Obviamente, se ha puesto cuidado en elegir aquellas ciudades que, al remontarse a muchas etapas históricas y de este modo perdurar en el tiempo, ofrecen una gran profundidad histórica. Al proceder de esta manera, el visitante tiene, además, la oportunidad de contemplar monumentos de esas otras épocas a lo largo de su visita a los sitios. El contrapunto está en la lista de aquellos lugares que no figuran en el catálogo: Ategua, Complutum o Carranque, mencionados en el prefacio, porque se caracterizan por una única fase cronológica, la romana.

El hecho de que Coca/Cauca, como lugar de nacimiento del emperador Teodosio, tuviera el privilegio de ser seleccionada entre los 50 yacimientos arqueológicos más famosos demuestra el punto de vista y un enfoque desde la Historia Antigua como criterio de selección, no desde la Arqueología.

El tono del discurso en que está escrito el libro, de manera fluida y elegante, se corresponde con este enfoque. De esta manera, lo que se ofrece es información histórica de fondo, no una descripción de los monumentos arqueológicos. Se explican, pero no se consideran en su expresión material sino en su significado histórico. Estamos ante una forma de abstracción que dificulta el acceso del lector, ya que este debe tener conocimientos básicos de la historia de la Antigüedad para saber encajar cada una de las exposiciones históricas específicas. De no tenerlos, el glosario incluido al final del libro es útil, pero solo puede sustituirlos de forma muy limitada.

Las ilustraciones apoyan este enfoque. Por lo general, muestran el monumento en su entorno paisajístico o urbano (por ejemplo, Segobriga, Córdoba) o retratan la propia obra de arte ‒escultura, mosaico, placa con inscripción‒ (por ejemplo, Segobriga, Castulo, Córdoba). Los mapas y planos, que aportarían más información concreta y una orientación precisa, son escasos y marginales. Hay mapas: uno de la Hispania antigua y otro de la España contemporánea; planos de ciudades: Valencia, Córdoba, León; planos, esto es plantas, de edificios: Segobriga, Recópolis. Así pues, como las imágenes ofrecen exactamente aquellas vistas que el visitante ve de todos modos cuando se encuentra en los sitios, resultan ser ilustraciones para hojear el libro y, en retrospectiva, un apoyo para el recuerdo. Su importancia se limita a la categoria de reconocimiento de los lugares y edificios, pero no favorecen un acercamiento más detallado al monumento, a su valor específico, ni entran en los problemas arqueológicos o histórico-artísticos pertinentes, sobre todo porque el texto apenas hace referencia a ellas. Así, sólo pocas veces se adopta una perspectiva de primer plano, como en la descripción de la cabeza del guerrero de Porcuna por ejemplo. De acuerdo con el enfoque histórico antiguo y el estilo del libro, prevalece la perspectiva de la vista lejana. Esta limitación de la perspectiva es, al mismo tiempo, el punto fuerte del libro, ya que constituye un excelente complemento a las guías estrictamente arqueológicas o histórico-artísticas, que permanecen próximas al monumento y, al describirlos en detalle, a menudo pierden de vista su significado.

En su vocación a la Historia Antigua, esta guía de viajes participa de la gran diversificación que ha llegado a dominar el mercado del libro. Especialmente en lo que se refiere a los destinos populares de la región mediterránea, como Italia, Grecia, España y Portugal, casi ningún aspecto, por muy particular que sea, parece quedar sin respuesta. Hay guías de viaje para excursionistas y ciclistas, de alojamientos tales como campings y los mejores hoteles. Además de los monumentos habituales, las hay dedicadas a las calas escondidas y solitarias (!), o a las playas más hermosas, a los restaurantes o las bodegas, a los parques naturales o a la alta montaña. En todo ello, sin embargo, el objetivo sigue siendo el viajero individual, que desde el siglo XIX está en los albores del turismo y descubrió Europa con el Baedeker en la mano. Karl Baedeker (1801-1859) reivindicó un enfoque lo más amplio posible: que sus guías de viaje constituyesen verdaderos manuales que abarcasen toda la información relevante, desde la descripción histórico-artística detallada de los grandes monumentos hasta la información sobre transbordadores e, incluso, el valor adecuado de las propinas en los restaurantes y posadas, con detalles sobre si en estas se podía esperar agua corriente, fría o caliente y, en definitiva, todo lo que podía ser de utilidad para el viajero. Este enfoque servía a los intereses de la alta burguesía y su afán de pertenecer al grupo de los ciudadanos educados en la tradición de las artes y culturalmente iluminados (Bildungsbürger). Los intereses de los viajeros de la época coincidían con el criterio de valorar los países extranjeros principalmente en función de sus monumentos como logros arquitectónicos, pictóricos, en definitiva, culturales. Viajar era privilegio de las clases altas que podían dedicar su tiempo a este afán. Como es bien sabido, el derecho legal de vacaciones para amplias capas de la sociedad entró en vigor de forma vacilante, al principio solo para unos pocos días, desde principios del siglo XX y, en la forma que se conoce hoy en día, solo después de la Segunda Guerra Mundial. Con la aparición del turismo de masas, la exclusividad de la burguesía culta se ha hecho añicos. Los monumentos de arte ya no son el centro de atención. Los libros de viajes mencionados atienden a esta diversidad de intereses. Al mismo tiempo, su intención sigue correspondiendo al lema de Karl Baedeker, que era: “Fomentar al máximo la independencia del viajero”.

Curiosamente, la historia de las guías de viajes está estrechamente entrelazada con la Ilustración y el ascenso de la burguesía, la aparición de los barcos a vapor, el ferrocarril y la fotografía moderna (Müller, 2012Müller, S. (2012). Die Welt des Baedeker. Eine Medienkulturgeschichte des Reiseführers 1830-1945. Frankfurt/Main: Campus Verlag.). Con ellos nació una nueva forma de viajar y de ver, porque el mundo observado a través de una guía de viajes es otro. Las guías de viaje son, ante todo, ayudas visuales para el turista: facilitan la búsqueda de lugares de interés y garantizan que el viajero vea las cosas “correctas” de la manera “correcta”. Pero esta historia del cambio del punto de vista es también la historia de los nuevos medios de transporte. Para quienes viajan en ellos, el espectador se queda quieto y el entorno parece moverse. La naturaleza se convierte en paisaje, la vista a través de la ventanilla muestra un detalle, una imagen. En los trenes, el espectador puede incluso sentarse mientras el paisaje pasa volando como una secuencia de imágenes. A partir de ahora, el medio de transporte escenifica el paisaje para el viajero. La guía de viajes interfiere en esta escenificación, hace sugerencias sobre lo que merece la pena ver. Es un nuevo recurso que no puede ser neutral porque media entre los viajeros y los lugares, entre el ojo y el paisaje, entre la mirada y el conocimiento. Establece ciertas conexiones y oculta otras. Las guías de viaje describen culturas y tienden a crearlas ellas mismas, resaltándolas o borrándolas.

Es precisamente en este punto donde el presente volumen puede hacer una contribución de forma excelente gracias a su punto de vista histórico. Los planos que faltan, así como la información detallada sobre cada uno de los monumentos, pueden compensarse consultando internet u otro tipo de guías de viaje. El resultado es una imagen de la Hispania romana y antigua que destaca por su diversidad.

BIBLIOGRAFÍA

 

Müller, S. (2012). Die Welt des Baedeker. Eine Medienkulturgeschichte des Reiseführers 1830-1945. Frankfurt/Main: Campus Verlag.