Archivo Español de Arqueología 95
enero-diciembre 2022, e26
ISSN: 0066-6742, eISSN: 1988-3110, ISSN-L: 0066-6742
https://doi.org/10.3989/aespa.095.022.res08

Reseña de / Review of: Trinidad Nogales Basarrate (Ed.), Ciudades Romanas de Hispania. Cities of Roman Hispania, I. Hispania Antigua, Serie Arqueológica, 13. Museo Nacional de Arte Romano, «L’Erma» di Bretschneider, Roma-Bristol, 2021, 484 pp. ISBN: 978-88-913-2341-5.

Laurent Brassous

Université de La Rochelle/UMR LIENSs

https://orcid.org/0000-0003-3929-7406

Este libro es el resultado de un ciclo de conferencias celebrado en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida sobre la Historia y Arqueología de las ciudades romanas de Hispania. Las contribuciones reunidas presentan los últimos avances en la investigación, principalmente arqueológica, en 31 ciudades de España y Portugal de notable interés para la historia urbana. Estas breves monografías se presentan en un orden que sigue su ubicación en las tres provincias de época augusta. Para cada ciudad, hay una síntesis de su historia, una presentación de los descubrimientos y de los avances más recientes de la investigación, acompañados de algunos planos, fotografías o restitución infográfica. Cada contribución va precedida de un resumen en inglés detallado, lo que es de agradecer para los lectores que no entienden el español o el portugués, y va seguida de una bibliografía específica, también muy útil. El libro empieza con una introducción de L. Ungaro, que subraya la relación entre las decoraciones y la forma de los foros imperiales de Roma y los de las provincias, sugiriendo que el modelo urbanístico romano se extendió a las provincias (pp. 17-30). El libro termina con una conclusión de Sabine Panzram (pp. 63-74) que abre vías para los Urban Studies en Hispania y en general.

Este libro retoma la tradición de publicar grandes trabajos de síntesis como las actas del Simposio de ciudades augusteas-bimilenario de la colonia Caesaraugusta (Zaragoza, 1976), las del Congreso internacional de arqueología clásica de Tarragona celebrado en 1994 o las del Congreso internacional de Lugo de 1996 sobre Los orígenes de la ciudad del noroeste hispánico. Estos trabajos tienen la ventaja de ofrecer, en un momento dado, un resumen de los avances de la investigación y son herramientas prácticas para los investigadores que desean tener una visión rápida de una o varias ciudades. Los avances de la arqueología urbana en las últimas décadas y el creciente número de descubrimientos justifican su publicación. Como se destaca en muchas de las contribuciones de este libro, ha sido muy relevante el papel de las instituciones regionales, nacionales o internacionales que, mediante el establecimiento de un cuadro legislativo restrictivo, la compra de terrenos o la financiación de excavaciones y trabajos de valorización del patrimonio, han hecho posible el desarrollo de la investigación. Hay que distinguir dos casos: por un lado, las ciudades cuya ocupación se ha prolongado en el tiempo y que ahora están cubiertas por una aglomeración moderna y, por otro lado, las que fueron abandonadas, a menudo al final de la Antigüedad, y que ahora están en descampados. En el primero, los hallazgos son esencialmente fortuitos, ya que están vinculados a las obras de construcción urbana. Los descubrimientos no están motivados por problemas científicos y muy a menudo tienen una extensión limitada. El problema es bastante evidente en Zaragoza, donde A. Mostalac Carrillo señala que las excavaciones preventivas han permitido identificar casi medio centenar de casas romanas, pero ninguna de ellas con un plano completo (p. 371). Como señala acertadamente M.D. Dopico Caínzos a propósito de Lucus, el trabajo del arqueólogo consiste en recomponer pacientemente un difícil rompecabezas, ya que muchos de los hallazgos son insignificantes por su pequeño tamaño (p. 404). Además, la síntesis histórica de estos descubrimientos, ligados a la arqueología preventiva y a menudo realizados por diferentes personas, suele ser un problema. Esto es lo que C. Fabião lamenta, con razón, en el caso de Olisipo (p. 117). Cabe destacar la importancia del registro sistemático y centralizado de los descubrimientos que los Sistemas de Información Geográfica hacen posible en la actualidad. Los ejemplos son numerosos, como el trabajo realizado en Astigi, presentado por S. García-Dils de la Vega (p. 215), o en Tarraco, presentado por J. Ruiz de Arbulo (p. 299). Muestran que un registro centralizado de datos permite proponer una imagen más global y coherente de la estructura de la ciudad antigua. Este registro centralizado suele verse facilitado por la existencia de una única institución para la supervisión de los trabajos arqueológicos. Sería deseable que el uso de herramientas para el registro centralizado de estructuras y material se generalizara a todos los yacimientos.

En la segunda categoría de ciudades, las que no están cubiertas por una zona urbana moderna, el trabajo de investigación sigue una lógica diferente. Las estructuras están menos amenazadas y el terreno es teóricamente más accesible. Esto permite llevar a cabo amplios programas de prospección aérea y geofísica, así como excavaciones. Así, en el caso de Contributa Iulia, P. Mateos Cruz recuerda las aportaciones de la prospección geofísica que han permitido descubrir el plano de la ciudad y sus principales edificios (pp. 272-273). Cabe destacar que en este yacimiento se ha combinado el uso del georradar y la prospección magnética, así como el uso de cámaras térmicas. También en el yacimiento del Cerro de la Virgen de la Muela, el equipo dirigido por E. Gamo Pazos, gracias a la prospección con georradar y a las fotografías aéreas, ha reconstruido el plano completo de una antigua ciudad (pp. 391-392), que propone identificar con la ciudad de Caraca mencionada por Ptolomeo, Plutarco y el Ravenate. Aunque esta atractiva propuesta carece todavía, en mi opinión, de pruebas irrefutables, como una inscripción que mencione el nombre de la ciudad, el equipo ha identificado, sin embargo, el trazado de algunos monumentos importantes, entre ellos el foro y las termas, que luego fueron ampliamente excavados. En Duratón, los trabajos del equipo de S. Martínez Caballero revelaron, gracias a las fotografías aéreas, el plano regular de la ciudad de Confloenta formado por veinte cardines paralelos que se cruzan en un ángulo de 65° con tres decumani (pp. 444-445). Esto permite a los investigadores demostrar el carácter de fundación ex novo de la ciudad. En la ciudad de Ammaia, A. Guerra señala que las prospecciones geofísicas realizadas por el Instituto Arqueológico de Mérida permitieron localizar el anfiteatro de la ciudad (p. 183). Esperemos que este uso de herramientas no invasivas se generalice lo antes posible. Entre esta segunda categoría de ciudades, cabe destacar el caso particular de Baelo Claudia presentado por D. Bernal (pp. 281-294). Sus restos, especialmente bien conservados, son conocidos y excavados desde hace más de un siglo gracias al trabajo pionero de los arqueólogos franceses de la Casa de Velázquez. El yacimiento estuvo protegido durante mucho tiempo por su ubicación militar-estratégica en el Estrecho de Gibraltar y, desde la década de 1990, está protegido como Conjunto Arqueológico. Se conoce más de una cuarta parte de la superficie de la ciudad. Gracias al trabajo de los equipos franceses y españoles, ahora tenemos una imagen muy detallada de la ciudad en términos cronológicos, urbanísticos, arquitectónicos e incluso políticos, económicos y sociales. Según D. Bernal, la calidad de la conservación de los restos y la intensidad de las investigaciones hacen de Baelo una de las ciudades más importantes de la Hispania romana. Sin embargo, esta es quizás una imagen que distorsiona su importancia en la antigüedad con respecto a las otras ciudades. Al fin y al cabo, no era más que un pequeño municipio de 13 ha que no perduró más allá del siglo VII. En esta cuestión el libro publicado evidencia uno de sus límites porque carece de reflexiones comparativas.

Esto es lo que lamenta S. Panzram en su conclusión, a medias y con bastante razón (p. 473). Como ella demuestra con algunos ejemplos y explica claramente, “la búsqueda sistemática de diferencias y similitudes, de divergencias y convergencias entre estudios de casos claramente perfilados permite rechazar las explicaciones generalizantes, es decir, basadas en conclusiones por analogía” (p. 474). Por lo tanto, hay que lamentar la estricta compartimentación de las contribuciones y la falta de enfoques regionales o globales comparativos en este libro. El enfoque comparativo no era probablemente la idea de este libro, cuya editora optó por presentar una serie de monografías con el fin de ofrecer al público los últimos avances en arqueología urbana. Desde este punto de vista, el objetivo del libro se cumple en parte. Cabe señalar que muchos de los resultados presentados ya han sido parcialmente publicados, como demuestra la generosa bibliografía que aparece al final de cada contribución. Así, me parece que las contribuciones sobre Corduba (pp. 201-212), Valentia (pp. 337-350), Caesaraugusta (pp. 365-376) o Complutum (pp. 427-438) no presentan ningún descubrimiento arqueológico reciente, ni ningún análisis nuevo. Por otra parte, si los descubrimientos realizados en Cartagena y presentados en este libro no son, estrictamente hablando, inéditos, la síntesis propuesta por J. M. Noguera Celdrán muestra hasta qué punto la imagen de la ciudad ha cambiado considerablemente, no solo gracias a los descubrimientos fortuitos de arqueología preventiva realizados en las últimas décadas (teatro, foro, curia, Termas del Puerto, Edificio del Atrio, santuario de Isis, etc., p. 356), sino también gracias a los estudios rigurosos de los materiales que los acompañaron. Asimismo, V. Hipólito Correia para Conimbriga (p. 125-139), muestra que aunque las excavaciones han sido limitadas en los últimos años en este yacimiento -lo que supone también una forma de preservar el patrimonio arqueológico para futuras investigaciones- los estudios materiales realizados a través de los análisis arqueométricos han permitido avanzar significativamente en el conocimiento de la economía de la ciudad al sacar a la luz numerosas producciones locales de ánforas, dolias, lámparas y materiales de construcción. También fue posible identificar los lugares de producción que atestiguan un uso mixto de los espacios. A falta de estructuras, las deducciones que se hacen del material son a veces atrevidas. Así, en Salmantica, sin hallazgos estructurales significativos, M. Salinas de Frías plantea la hipótesis de que los fragmentos de estatuas monumentales, aunque no identificados, encontrados en la calle de los Libreros, podrían indicar que el foro estaba situado cerca del lugar de su hallazgo (pp. 92-94). En Hispalis, los descubrimientos de estructuras también han sido limitados. Cabe destacar unas infraestructuras portuarias y el descubrimiento muy reciente de la muralla del siglo III (todavía inédito). Como señala S. Ordóñez Agulla, las novedades provienen de los estudios geomorfológicos e hidrológicos que han permitido localizar con precisión el antiguo brazo del río y la zona portuaria de la antigua ciudad (pp. 227-237). Sin embargo, muchas contribuciones presentan hallazgos recientes y significativos de estructuras arqueológicas. Además de las señaladas anteriormente, hay que destacar las recientes excavaciones del anfiteatro de Capera recogidas en la contribución de A. M. Bejarano Osorio (pp. 68-71). Cabe mencionar igualmente las ocasionales pero numerosas excavaciones realizadas por el equipo de S. Guerra Milán en Metellinum, que han sacado a la luz un probable templo, un pórtico monumental y dos cisternas, varios segmentos de decumani y un cardo, cloacas, una zona de cremación y restos de viviendas (pp. 75-83). Los trabajos permitieron también datar el teatro de la ciudad en la época de Augusto (p. 77). En Cáceres, varias intervenciones arqueológicas han proporcionado nuevas secuencias cronológicas para la ciudad, desde la época de su fundación hasta el siglo IV, como en la zona del Palacio de Mayoralgo (p. 104). Sin embargo, la identificación del foro propuesta por J. A. Estévez Morales a partir de los restos de una pequeña trinchera requeriría más descubrimientos para ser definitiva (p. 102). En la ciudad de Beja, la antigua Pax Iulia, M. Conceição Lopes presenta las recientes excavaciones realizadas bajo la Praça da República, que permitieron descubrir una secuencia cronológica que se remonta a los orígenes augusteos de la ciudad (pp. 161-162). Esta secuencia muestra una completa remodelación de este sector en el periodo tiberiano con la construcción de un templo atribuido al culto imperial. Los excavadores proponen que el foro estaba situado al sur de este templo. El trabajo realizado en Italica y presentado por Á. Jiménez Sancho, menciona el reciente descubrimiento de la muralla de adobe y el foso del siglo II a. C. (p. 194). En Regina, J. M. Álvarez Martínez menciona las recientes excavaciones en el teatro y sus alrededores, que habrían sacado a la luz el pulpitum quemado, el hyposcaenium y nuevos accesos al teatro, así como varios edificios, entre ellos un macellum. La descripción es sucinta y, lamentablemente, carece de detalles o referencias bibliográficas. Se está preparando una monografía sobre el teatro (p. 249, n. 19). Cabe recordar los recientes, aunque no inéditos, descubrimientos de las huellas de los ritos fundacionales del santuario de Nertobriga realizados por el equipo de J. L. de la Barrera (pp. 259-262). Además, hay que destacar los recientes descubrimientos realizados en Segobriga y presentados por R. Cebrián Fernández, como los restos de una insulae residencial, un pequeño templo y unas termas de la primera época de la ciudad, o el circo. Por último, cabe mencionar el reciente descubrimiento en Toletum de unas grandes termas en la plaza de Amador de los Ríos, presentado por R. Rubio Rivera, aunque tampoco es inédito.

De forma general, aunque las contribuciones recogidas en este libro no siempre presentan novedades muy recientes o incluso inéditas, proporcionan síntesis actualizadas y de calidad. Es el caso, por citar solo algunas, de las aportaciones de T. Nogales Basarrate sobre Emerita (pp. 33-61) o de I. Rodà de Llanza sobre Barcino (pp. 315-336), bien ilustradas y acompañadas de una extensa bibliografía. Sin embargo, es de lamentar que el formato relativamente corto de una parte de las varias contribuciones (una media de diez páginas) lleve a veces a los autores a presentar hipótesis que merecerían una mayor argumentación. Ya lo he señalado para la identificación de Caraca o para la localización del foro de Cáceres. A veces faltan datos o planos. Cabe señalar, por ejemplo, la afirmación de que la muralla de la ciudad de Aeminium sería reforzada por un recinto en el siglo III ante la amenaza “bárbara” (p. 149). ¿En qué datos se basa esta información? Para Corduba, habría sido de agradecer que se presentaran los planos actuales de los restos que permiten a los arqueólogos restaurar el foro colonial y el templo del culto imperial, en lugar de reproducir tres modelos virtuales de la ciudad, idénticos y solo vistos desde diferentes ángulos. Esta última observación nos invita a discutir la multiplicación de las reconstrucciones infográficas. Su interés científico ya no se cuestiona. Ante todo, dan al investigador la oportunidad de comprobar los modelos y la validez de sus hipótesis, de cuestionar la forma de las ciudades. Pero hay que ser prudente, explicar y discutir las propias elecciones, e incluso admitir no saber. Estas reconstrucciones también ayudan a presentar un paisaje urbano antiguo y son especialmente eficaces para promocionar el trabajo de los arqueólogos ante el público. En este último caso, a menudo se olvida la precaución en favor del aspecto visual únicamente. La observación de los modelos tridimensionales reproducidos en este libro muestra que las opciones de restitución elegidas oscilan entre estas dos direcciones. Junto a restituciones prudentes como las de Italica (pp. 196-197), Contributa Iulia Ugultina (p. 273) o Tarraco (p. 305), en otros casos se toman decisiones audaces cuya validez puede ser cuestionada en ausencia de un discurso explicativo. Así, me surgen dudas sobre la restitución del foro de Valentia (p. 345), cuyos restos reales siguen siendo muy limitados, o por la propuesta de elevación del foro de Aeminium (p. 147). ¿Qué decir de las reconstrucciones de Segovia y Confloenta (pp. 446-447), cuyas elecciones urbanísticas son cuestionables y el copia-pega entre las dos imágenes es evidente, reflejando una carencia de datos arqueológicos suficientes? El riesgo es producir una imagen de nuestras representaciones de la ciudad antigua y no la de la realidad. Sobre este aspecto, debemos leer con interés las conclusiones de S. Panzram, quien demuestra que la arqueología urbana es también una forma de construir una identidad. Los arqueólogos e historiadores que se enfrentan a sus datos deben ser plenamente conscientes de esto a la hora de elaborar su discurso.

Por último, recordemos los consejos de esta historiadora para el futuro desarrollo de los Urban Studies en Hispania. Además del necesario enfoque comparativo ya mencionado, también aboga por un enfoque a largo plazo de la Antigüedad, denominado transepocal, que permita superar el marco analítico demasiado rígido de la época augustea de una serie de monografías urbanas. El lector lamentará, en efecto, la elección en este libro de una clasificación de las ciudades según la división provincial augustea que limita las presentaciones a este periodo. En varias contribuciones, la Antigüedad tardía es tratada de forma secundaria. En este sentido, se agradecen los esfuerzos de M. Martins y F. Magalhães para presentar la historia de Bracara en la Antigüedad Tardía (pp. 420-422), así como los de J. Ruiz de Arbulo para Tarraco (pp. 307-309), o de I. Rodà para Barcino (pp. 315-331). Para S. Panzram, solo un análisis transepocal abrirá un enfoque heurístico de las ciudades antiguas basado en su funcionalidad.

En conclusión, la imponente obra colectiva publicada por T. Nogales Basarrete no pretende ser un análisis del fenómeno urbano de la Hispania romana. Es ante todo una buena herramienta de síntesis puesta a disposición de los investigadores y del público en general que encontrarán una gran cantidad de informaciones sobre las ciudades más conocidas de la Hispania romana, con resúmenes de calidad, escritos por los mejores especialistas de cada sitio, acompañados en cada caso de una completa y actualizada bibliografía.