Archivo Español de Arqueología 95
enero-diciembre 2022, e14
ISSN: 0066-6742, eISSN: 1988-3110, ISSN-L: 0066-6742
https://doi.org/10.3989/aespa.095.022.14

Una aproximación a la arquitectura doméstica en la ciudad romana de Lesera (Forcall, Castellón). La domus I*Proyecto “Vivere in urbe. Arquitectura residencial en las ciudades de Carthago Nova, Valentia y Lucentum. Investigación y socialización”, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (PID2019-105376GB-C41/AEI/10.13039/501100011033).

An approach to domestic architecture in the Roman city of Lesera (Forcall, Castellón). The domus I

Ferran Arasa Gil

Universitat de València

https://orcid.org/0000-0002-7039-141X

RESUMEN

En este artículo estudiamos los restos de la primera domus excavada en el municipio augusteo de Lesera (Forcall, Castellón). En las excavaciones pudieron diferenciarse tres fases constructivas que pueden fecharse entre finales del siglo I a. C. y la época flavia. De ellas, la primera y la tercera son las mejor conocidas y representan momentos diferentes del proceso de cambio cultural de sus habitantes. La primera casa tenía un porche en el lado este, estaba dividida en seis estancias y fue destruida por un incendio hacia el 30-40 d. C. La tercera se edificó hacia el 70-90 d. C. y presenta elementos arquitectónicos y ornamentales propiamente romanos. Es una casa de corredor dividida en cuatro estancias: una cocina dotada de un hogar de ladrillo, dos habitaciones y un gran salón de representación decorado con pintura mural y cornisas de estuco. Su abandono hacia mediados del siglo II señala el principio de un largo proceso de declive de la ciudad.

Palabras clave: 
arqueología romana; periodo imperial; arquitectura doméstica; triclinium; cocina.
ABSTRACT

In this article we study the remains of a first domus excavated in the Augustan municipium of Lesera (Forcall, Castellón). In the excavations, three construction phases could be distinguished that can be dated between the end of the 1st century BC and the Flavian period. Of these, the first and third are the best known and represent different moments in the process of cultural change of its inhabitants. The first house had an east-facing porch, it was divided into six rooms and was destroyed by fire around 30-40 AD. The third was built around 70-90 AD and presents properly Roman architectural and ornamental elements. It is a corridor house divided into four rooms: a kitchen equipped with a brick fireplace, two bedrooms and a large representation room decorated with mural painting and stucco cornices. Its abandonment towards the middle of the second century marks the beginning of a long process of urban decline.

Keywords: 
Roman archeology; Imperial period; domestic architecture; triclinium; kitchen.

Enviado: 30-04-2021. Aceptado: 18-10-2021. Publicado online: 06-09-2022

Cómo citar este artículo/Citation: Arasa Gil, F. (2022). “Una aproximación a la arquitectura doméstica en la ciudad romana de Lesera (Forcall, Castellón). La domus I”. Archivo Español de Arqueología, 95, e14. https://doi.org/10.3989/aespa.095.022.14

CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN

 

El yacimiento se dio a conocer en 1876, e inmediatamente se identificó como una ciudad romana. Un siglo después el historiador G. Alföldy (1977)Alfödy, G. (1977). Res Publica Leserensis (Forcall, Castellón). Serie de Trabajos Varios. Servicio de Investigación Prehistórica 55. Valencia: Museo de Prehistoria. reinterpretó una inscripción conservada en Morella, que procede posiblemente de la ciudad. Se trata de un ara dedicada a Iuppiter Conservator por la res publica leserensis (CIL II2/14, 770) con motivo de la incolumitas del emperador Caracalla en el año 212 d. C. Este gentilicio corresponde al topónimo Lesera, que también figura en la Geografía de Ptolomeo, siendo estas las dos únicas fuentes antiguas que mencionan la ciudad. Quien dedica es una comunidad urbana denominada con una expresión utilizada frecuentemente en los siglos II-III para designar municipios y colonias. Mediante esta inscripción podemos saber que la administración municipal seguía activa a principios del siglo III. Además, del yacimiento proceden otros cuatro epígrafes en los que figuran dos personajes que estaban inscritos en la tribu Galeria (CIL II2/14, 771 y 772), de donde puede deducirse que posiblemente Lesera fue privilegiada con el estatuto jurídico de municipio en la segunda mitad del reinado de Augusto, es decir, entre los años 10 a. C. y 14 d. C.

Por la ciudad debió de pasar una vía de trazado perpendicular a la costa que menciona el Anónimo de Rávena y tenía su inicio en Intibilis (Fig. 1), la primera posta de la Vía Augusta localizada a 27 mp (40 km) al sur de Dertosa (Tortosa, Tarragona), que se identifica con la actual localidad de Traiguera (Castellón), y finalizaba en la población de Contrebia (Botorrita, Zaragoza), situada a unos 20 km al suroeste de Caesaraugusta. Aunque dicho itinerario no menciona a Lesera, esta vía pasaba con seguridad por la ciudad y debía de ser su principal eje de comunicaciones, que la conectaba hacia el sureste con la costa y hacia el nor-noroeste con el valle del Ebro, las dos zonas con las que -según muestra la circulación monetaria- tenía una mayor relación comercial (Torregrosa y Arasa, 2014Torregrosa, J. M. y Arasa, F. (2014). “La circulación monetaria en la ciudad romana de Lesera (la Moleta dels Frares, Forcall-Castellón) y su territorium”. Archivo de Prehistoria Levantina, XXX, pp. 311-371.). Los restos más importantes de este camino se conservan al norte de la ciudad, en el paraje de la Roca Tallada (Palanques, Castellón) (Arasa, 2010Arasa i Gil, F. (2010). “La via romana de la Roca Tallada (Palanques, Castelló). El paper de la ciutat de Lesera en les comunicacions entre la vall de l’Ebre i la zona nord de la costa valenciana”. Archivo de Prehistoria Levantina, XXVIII, pp. 327-357.), desde donde pudo seguir hacia la ciudad existente en El Palao (Alcañiz, Teruel), que algunos autores han propuesto identificar con el municipio de Osicerda (Benavente, Marco y Moret, 2003Benavente, J. A., Marco, F. y Moret, P. (2003). “El Palao de Alcañiz y el Bajo Aragón durante los ss. II y I a.C.”. Archivo Español de Arqueología, 76, pp. 231-246. DOI: https://doi.org/10.3989/aespa.2003.v76.116 ).

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Figura 1.  Mapa de la red viaria del norte del País Valenciano con la situación de la ciudad de Lesera (la Moleta dels Frares, Forcall - Castellón) (diseño P.P. Ripollès y F. Arasa).

La formación geológica en la que se asienta la ciudad, una muela de reducido tamaño, se sitúa cerca de la triple confluencia fluvial que da nombre a la población de Forcall, sobre el valle del río Cantavieja y a una altitud máxima de 895 m, lo que le permite el control de esta encrucijada de caminos naturales (Fig. 2). La Moleta, de forma estrecha y alargada y orientada NNO-SSE, está constituida por una doble plataforma rodeada de escarpes verticales que forman un enclave defensivo natural y puede protegerse amurallando algunas zonas más vulnerables; en el resto del perímetro el cerramiento debió de estar formado por las paredes posteriores de las casas, como puede deducirse de las fuertes entalladuras existentes en algunos puntos del borde del risco. Esta particular topografía permite distribuir los espacios urbanos entre ambas plataformas que, aunque presentan algunos desniveles, pueden acondicionarse con relativa facilidad. Sus dimensiones son 578 m de longitud y 152 m de anchura máxima, con una superficie de 7,8 ha y un perímetro de 1.421 m (Fig. 3). El acceso a la ciudad se construyó en la zona central del lado este, que resulta más favorable porque las escarpaduras son aquí más discontinuas y franqueables. El trazado del camino de acceso se conserva cerca de la puerta, por donde discurre paralelamente a los pies de la muralla. La entrada al recinto se sitúa entre dos lienzos dispuestos en paralelo, donde se abre la puerta de 2,18 m de luz que da a una calle por la que se accede al sector norte de la plataforma inferior, que está dividido en tres terrazas. De la central, donde debió de levantarse el foro, se conserva un largo muro de contención. Desde este sector se accede a la plataforma superior por su extremo norte, donde arrancaba una calle que debía de atravesarla longitudinalmente.

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Figura 2.  Fotografía de satélite con la localización de Lesera y los tres ríos que confluyen en la población de Forcall (Institut Cartogràfic Valencià).
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Figura 3.  Plano topográfico de Lesera con la localización de la domus I (Global Mediterránea).

E. Pla, subdirector del Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia, dirigió en 1960 la primera excavación en el yacimiento, que consistió en tres sondeos situados en diferentes puntos con el fin de conocer su estado de conservación y los periodos de ocupación. El segundo de ellos se localizó en el extremo norte de la plataforma superior, cerca de su único acceso, donde se descubrió la parte sur de una domus (Fig. 4). Los resultados de esta excavación se dieron a conocer en la primera monografía publicada sobre el yacimiento (Arasa, 1987Arasa i Gil, F. (1987). Lesera (La Moleta dels Frares, El Forcall). Estudi sobre la romanització a la comarca dels Ports. Monografies de Prehistòria i Arqueologia Castellonenques 2. Castelló de la Plana: Servei d’Investigacions Arqueològiques i Prehistòriques. ). Después de su declaración como Bien de Interés Cultural en 1998, los trabajos se reanudaron en 2001 y empezaron por esta casa, la domus I, cuya excavación finalizó en 2005 Posteriormente, se realizaron trabajos de limpieza en el año 2009, y en 2019 se consolidaron sus restos y se adecuaron para la visita.

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Figura 4.  Fotografía de las excavaciones de 1960 en la parte sur de la domus I de Lesera (fotografía E. Pla).

La domus I se encuentra en el lado oeste de la calle de acceso a la plataforma superior, y probablemente era la segunda de la que debió de ser su arteria principal (Fig. 5). Allí había un escalonamiento natural en la roca que, en un primer momento, albergó un taller metalúrgico fechado en el período tardorrepublicano (Arasa, 2009, pp. 62-63Arasa i Gil, F. (2009). La ciutat romana de Lesera. Vinaròs: Ajuntament de Forcall.). Tras la amortización de sus instalaciones, el espacio que ocupaban se amplió con el recorte de la roca hasta formar una terraza abierta al este, a la calle, donde se edificaron sucesivamente tres casas que pueden fecharse entre el reinado de Augusto y mediados del siglo II d. C. (Arasa, 1987, pp. 33-41 y 66-70Arasa i Gil, F. (1987). Lesera (La Moleta dels Frares, El Forcall). Estudi sobre la romanització a la comarca dels Ports. Monografies de Prehistòria i Arqueologia Castellonenques 2. Castelló de la Plana: Servei d’Investigacions Arqueològiques i Prehistòriques. ; 2006, pp. 72-78Arasa i Gil, F. (2006). “La ciutat romana de Lesera. Les excavacions de 2001-2005”. En: Cardona Eixarch, V. M. (Coord.). Miscel·lània en homenatge a José Eixarch Frasno. Vinaròs: Ajuntament de Forcall, pp. 53-97.; 2009, pp. 62-73; 2014, pp. 95-98Arasa i Gil, F. (2009). La ciutat romana de Lesera. Vinaròs: Ajuntament de Forcall.; Peñalver, 2018aPeñalver Carrascosa, T. (2018a). La arquitectura doméstica de las ciudades romanas del área valenciana. Tesis Doctoral. Universitat de València. y 2018bPeñalver Carrascosa, T. (2018b). “La arquitectura doméstica como testigo de los procesos de interacción sociocultural: el caso de la Domus 1 de Lesera (Forcall, Castellón)”. En: Actas XI Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica. TR.A.M.A., 5. Tarragona: ICAC, pp. 59-62.). De ellas, las que se han conservado mejor son la primera y la tercera, mientras que la segunda -arrasada por la última- apenas dejó restos constructivos. Por esta razón, aquí analizaremos únicamente las dos que han proporcionado un mayor volumen de información y son mejor conocidas (Fig. 6).

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Figura 5.  Fotografía aérea del sector norte de Lesera con la localización de las domus I y II (Global Mediterránea).
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Figura 6.  Ortofoto cenital de la domus I de Lesera con los muros de las fases primera y tercera (Global Mediterránea).

2. PRIMERA FASE

 

La parcela mide 9,66 m de profundidad en el lado sur (32,6 pies de 29,57 cm) y 11,78 m de anchura en el oeste (39,8 pies). Del lado norte solo se conserva un tramo de 5,24 m en su parte oeste, y su proyección hacia el este permite calcular la longitud de la fachada en 12,02 m (40,6 pies), por lo que tiene una forma ligeramente trapezoidal, con una relación de 1: 1,2 y una superficie aproximada de 114,95 m2. En este lado el zócalo de la pared está retallado en la roca y sirvió de muro medianero, con un grosor de 47 cm (1,5 pies), entre esta casa y la contigua. El sector NE de la edificación estaba completamente arrasado, por lo que también había desaparecido el tercio norte del muro este, que en su parte sur tiene un grosor de 56 cm (1,8 pies). Asimismo, del lado sur solo se conserva sobre la pared recortada en la roca un tramo del muro de 2 m de longitud y 50 cm (1,6 pies) de grosor, y del lado oeste se conserva un tramo de 3,95 m de longitud de la parte del muro adosada a la roca. La superficie construida, calculada a partir de un grosor medio de los muros perimetrales de 51 cm, es de 126,20 m2. No se encontraron evidencias de la existencia de una planta superior.

En la fachada de la tercera fase se identificó una basa de columna situada a 2,80 m (9,4 pies) de la pared sur, que debió de pertenecer a un porche de la primera fase cuyos restos se aprovecharon para ampliar la superficie de la casa. El hallazgo de un horno doméstico en el lado sur de la puerta de entrada de la primera casa, adosado al muro de fachada, refuerza la hipótesis de la existencia de dicho porche, que pudo tener 4 columnas, dispuestas a intervalos irregulares, de las que esta basa pertenecía a la situada en el extremo sur.

La edificación se divide en dos partes desiguales separadas por un muro paralelo al de fachada, de 50 cm de grosor (1,6 pies), cada una de las cuales albergaba tres habitaciones (Tabla 1); de ellas, las situadas en el lado este, el que daba a la calle, eran de mayor tamaño que las del lado oeste (Fig. 7). Los muros divisorios (E-O) del lado este medían entre 49 y 51 cm de grosor (1,6-1,7 pies), y los del oeste, entre 44 y 45 cm (1,4-1,5 pies). El acceso se realizaba por la estancia central (n.º 2) del primero, desde la que se debía acceder a las situadas en los lados norte, la mayor de todas (n.º 1), sur (n.º 3) y oeste, la menor de todas (n.º 5); a las dos restantes, situadas en los ángulos NO (n.º 6) y SO (n.º 4), se podía acceder desde las contiguas. El muro de fachada estaba muy arrasado en su zona central, por lo que no se pudo precisar la anchura de la puerta. La cubierta, que debió de descansar sobre el muro central y se dispondría a doble vertiente, no era de tejas, algo que no solo se inscribe en la tradición prerromana (Chazelles-Gaal, 1997, pp. 159-172Chazelles-Gazzal, C. A. (1997). Les maisons en terre de la Gaule méridionale. Monographies Instrumentum 2. Montagnac: Editions Monique Mergoil.; Belarte, 1997, pp. 72-75Belarte Franco, M.ª C. (1997). Arquitectura domèstica i estructura social a la Catalunya protohistòrica. Arqueo Mediterrània 1. Barcelona: Universitat de Barcelona.), sino que también vemos en algunas fundaciones tardorrepublicanas como La Caridad (Caminreal, Teruel) (Vicente et al., 1991, p. 95Vicente, J. D., Punter, M. P., Escriche, C. y Herce, A. I. (1991). “La Caridad (Caminreal, Teruel)”. En: La casa urbana hispano-romana. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, pp. 81-129.). También la anchura de los muros encuentra paralelos en este mismo yacimiento, donde la mayor parte de los interiores de la Casa de Likine presentan un grosor de 46 cm y los perimetrales de 50-55 cm. Finamente, los pavimentos eran de tierra batida.

Estancia Dimensiones Superficie útil m2
Porche 10,46 × 1,53 15,69
Habitación 1 3,80 × 3,96 × 3,89 × 4,04 15,55
Habitación 2 3,84 × 3,23 × 3,81 × 3,17 12,40
Habitación 3 3,79 × 3,82 × 3,83 × 3,87 14,47
Habitación 4 2,58 × 3,88 × 2,53 × 3,90 9,97
Habitación 5 2,67 × 3,22 × 2,60 × 3,23 8,58
Habitación 6 2,81 × 4,01 × 2,75 × 3,95 11,12
Total 87,78
Tabla 1.  Dimensiones interiores y superficie útil de las estancias de la primera fase de la domus I de Lesera (elaboración propia).
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Figura 7.  Planta de la primera fase de la domus I de Lesera (dibujo F. Arasa).

La estancia central del lado este tenía la función de espacio distribuidor, por lo que la casa no disponía de patio y presenta un aspecto compacto que puede explicarse tanto por su sencillez, como por el clima propio de la zona montañosa en que se encuentra el yacimiento. El tipo de vivienda, con esta distribución interna y su diseño ortogonal, no se corresponde con los más característicos de las casas ibéricas, que, aunque en general son de tendencia cuadrangular, suelen tener una planta más irregular, por lo que consideramos que ambos aspectos pueden atribuirse a la influencia romana. En la tipología de las viviendas ibéricas de Cataluña elaborada por Belarte (1997, p. 156, fig. 122)Belarte Franco, M.ª C. (1997). Arquitectura domèstica i estructura social a la Catalunya protohistòrica. Arqueo Mediterrània 1. Barcelona: Universitat de Barcelona., el tipo más próximo es el b.3., que se caracteriza por su planta cuadrada, gran superficie y compartimentación en varias estancias de formas y dimensiones similares, como vemos en la fase IIb (siglo III a. C.) del poblado de Tornabous (Lleida). En su estudio sobre las influencias coloniales en la vivienda ibérica, Moret (2002, pp. 352-353)Moret, P. (2002). “Maisons phéniciennes, grecques et indigènes: dynamiques croisées en Méditerranée occidentale (de l’Hérault au Segura)”. Pallas, 58, pp. 329-356. apunta como rasgos distintivos la ortogonalidad y la planta regular que solo encuentra en las casas de la Neapolis emporitana. Aquí, las casas más sencillas, que se fechan entre el cambio de era y el siglo I d. C., presentan un diseño ortogonal que permite diferenciarlas de las casas ibéricas (Cortés, 2014c, p. 132Cortés Vicente, A. (2014c). “La vivienda de Emporion: un ejemplo de una sociedad ecléctica en el Mediterráneo occidental en época clásica”. Lucentum, XXXIII, pp. 123-136. DOI: https://doi.org/10.14198/LVCENTVM2014.33.07 ). El porche, un espacio estrecho y alargado que albergaba un horno, es otro elemento singular que -aunque no frecuente en el mundo ibérico- se encuentra en Ullastret (Girona) en el siglo IV a. C. y en la Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona) (Belarte, 1997, p. 203Belarte Franco, M.ª C. (1997). Arquitectura domèstica i estructura social a la Catalunya protohistòrica. Arqueo Mediterrània 1. Barcelona: Universitat de Barcelona.).

En la habitación central del lado este (n.º 2) y en la situada a su lado norte (n.º 1) se hallaron sendos hogares de forma aproximadamente cuadrada formados por dos capas: la superior de arcilla endurecida por el fuego y la inferior de tierra con gravilla. El de la habitación n.º 2 tiene unas dimensiones de 74 × 74 cm (Fig. 8), por lo que pudo tener 2,5 pies de lado, y el de la habitación NE presenta las mismas características y conserva unas dimensiones de 0,66 × 0,63 m. Se trata de un tipo de hogar bastante frecuente en el mundo ibérico (Belarte, 1997, pp. 112-115Belarte Franco, M.ª C. (1997). Arquitectura domèstica i estructura social a la Catalunya protohistòrica. Arqueo Mediterrània 1. Barcelona: Universitat de Barcelona.), que encontramos en asentamientos como Los Villares-Kelin (Caudete de las Fuentes, Valencia) a principios del siglo II a. C. (Mata, 2019, p. 97, fig. 4.50C, y pp. 180-182Mata Parreño, C. (Coord.) (2019): De Kelin a Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia). Nacimiento y decadencia de una ciudad ibera. Serie de Trabajos Varios. Servicio de Investigación Prehistórica 122. Valencia: Museo de Prehistoria.) y La Caridad (Caminreal, Teruel) a principios del siglo I a. C. (Vicente et al., 1991, p. 110, fig. 32Vicente, J. D., Punter, M. P., Escriche, C. y Herce, A. I. (1991). “La Caridad (Caminreal, Teruel)”. En: La casa urbana hispano-romana. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, pp. 81-129.; Uribe, 2015, pp. 153-154Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.; Aguarod, 2020, p. 119, fig. 2Aguarod Otal, C. (2020): “La culina, espacio para cocinar y de vida cotidiana en el valle del Ebro”. En: Fernández Ochoa, C., Salido Domínguez, J. y Zarzalejos Prieto, M. (Eds.). Culinae. Cocinas y espacios culinarios en Hispania. Madrid: Ediciones Complutense, pp. 115-152.).

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Figura 8.  Hogar de arcilla de la primera fase de la domus I de Lesera encontrado en la habitación central del lado este (fotografía E. Flors).

La tercera estructura de combustión se encontraba bajo el porche, en el lado sur de la puerta. Estaba delimitada por dos muretes perpendiculares a la fachada y adosados a ella, separados 1,13 m, con el acceso situado por el este. La cubeta tenía una planta rectangular un tanto irregular, con unas dimensiones de 71 × 56 cm, y estaba delimitada por una serie de piedras trabadas con barro (Fig. 9). No se conservaban restos de la bóveda ni, tras su vaciado, se encontró una solera de tierra. En época ibérica se conocen algunos hornos construidos, de planta circular y ovoide, situados en los accesos o al exterior de algunas estancias de carácter doméstico (Belarte, 1997, pp. 115-118Belarte Franco, M.ª C. (1997). Arquitectura domèstica i estructura social a la Catalunya protohistòrica. Arqueo Mediterrània 1. Barcelona: Universitat de Barcelona.), cuyo uso se prolonga hasta la época republicana, como puede verse en La Caridad, donde se fechan a principios del siglo I a. C. (Aguarod, 2020, p. 119Aguarod Otal, C. (2020): “La culina, espacio para cocinar y de vida cotidiana en el valle del Ebro”. En: Fernández Ochoa, C., Salido Domínguez, J. y Zarzalejos Prieto, M. (Eds.). Culinae. Cocinas y espacios culinarios en Hispania. Madrid: Ediciones Complutense, pp. 115-152.).

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Figura 9.  Horno de la primera fase de la domus I de Lesera situado en el porche, al lado sur de la puerta de entrada (fotografía F. Arasa).

En la habitación NO, posiblemente destinada al descanso, sobre la roca se encontraron los restos muy degradados de una inhumación infantil. Esta práctica funeraria es bien conocida en la cultura ibérica (Gusi, 1989Gusi i Gener, F. (Coord.) (1989). Inhumaciones infantiles en el ámbito mediterráneo español (siglos VII a.E. al II d.E.). Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses 14. Castellón: Diputación Provincial.; Gusi, Muriel y Olaria, 2008Gusi i Gener, F., Muriel. S. y Olaria, C. R. (Coords.) (2008). Nasciturus, infans, puerulus vobis mater terra. La muerte en la infancia. Castelló: Diputació Provincial.), y siguió en uso durante el periodo tardorrepublicano, como prueba el hallazgo de un enterramiento en El Palao (Alcañiz, Teruel) (Melguizo et al., 2021, pp. 153-154, fig. 37Melguizo, S., Benavente, J. A., Marco, F. y Moret, P. (2021). “El área oriental del “oppidum” de El Palao. Campañas 2008-2011”, Al-qannis. Boletín del Taller de Arqueología de Alcañiz, 14, pp. 131-192.). Posteriormente, continuó al menos hasta el principio del periodo imperial, como ha podido constatarse en la colonia Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), donde se encontraron 36 inhumaciones en el interior de algunas viviendas (Mínguez, 1989-1990, p. 108Mínguez Morales, J. A. (1989-1990). “Enterramientos infantiles domésticos en la colonia Lepida/Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza)”. Caesaraugusta, 66-67, pp. 105-122.); y en Ilerda (Lleida), donde en la casa excavada en el Antic Portal de la Magdalena se encontraron otras 12 que pueden fecharse entre el primer tercio del siglo I d. C. y el II (Loriente y Oliver, 1992, pp. 42-48Loriente, A. y Oliver, A. (1992). L’antic portal de la Magdalena. Monografies d’Arqueologia Urbana, 4. Lleida: Ajuntament.).

En cuanto a la función de las estancias de la casa, los indicadores son escasos, pero pensamos que al menos una parte de la mitad este debió de estar relacionada con las actividades sociales, mientras que la parte posterior -con habitaciones más pequeñas- debió de tener un carácter privado y posiblemente estaba reservada al descanso. La estancia n.º 2, en la que se encontraba la puerta de la vivienda, que contaba con un hogar, debió de tener una función de recibidor y distribuidor. La situada inmediatamente al norte, la mayor de todas, en la que también se encontró un hogar, pudo ser la cocina-comedor. En el resto no se encontraron restos destacables que permitieran concretar su función.

Esta primera vivienda fue destruida por un incendio. Una extensa capa de carbones y ceniza cubría casi toda su superficie y se extendía por el porche (Fig. 10). Posteriormente sus muros fueron arrasados y cubiertos por una potente capa de tierra que sirvió para la cimentación de los muros de las fases posteriores. Las excavaciones solo han permitido recuperar fragmentos cerámicos y metálicos y restos de origen biológico, de lo que se deduce que al menos en parte debió de ser vaciada. Entre la vajilla cerámica destacan las importaciones itálicas como la cerámica de cocina, ánforas y vajilla fina de mesa, sobre todo TSI Aretina (Fig. 11a-b), con sellos de los alfareros L. Gellius, Cn. Ateius y Ateius Xanthus, y cerámica de paredes finas, que son las producciones más recientes (Huguet y Arasa, 2019, pp. 259-260Huguet, E. y Arasa, F. (2019). “Cerámicas de uso culinario y comensalidad en una domus de la ciudad de Lesera (Forcall, Castellón)”. En: Coll, J. (Coord.). Opera Fictiles. Estudios transversales sobre cerámicas antiguas de la península ibérica, I. Madrid: Sociedad de Estudios de la Cerámica Antigua en Hispania-Ex Officina Hispana, pp. 249-269.). La datación de este conjunto, y por tanto del periodo de ocupación de la casa, puede situarse de manera aproximada entre la última década del siglo I a. C. y el 30-40 d. C.

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Figura 10.  Nivel de incendio de la primera fase de la domus I de Lesera en las habitaciones delanteras y el porche (fotografía F. Arasa).
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Figura 11.  Cerámica de la domus I de Lesera. a-b) Copas de TSI de las formas Conspectus 22.1 (Ateius) y 38.3; c) Copa de TSH de la forma 37 (fotografía E. Huguet).

3. TERCERA FASE

 

Después del incendio de la primera casa, se levantó una segunda edificación de la que apenas quedaron restos, ya que fue arrasada cuando se construyó la tercera. Su planta, incompleta, mantiene la división en dos partes desiguales mediante un muro longitudinal, de las que la situada en el lado de la calle estaba dividida en dos estancias. En ella se observan algunos cambios importantes que se mantendrán en la fase posterior, como son la incorporación del espacio correspondiente al porche mediante el adelanto del muro de fachada a la línea de la columnata, y el desplazamiento de la entrada al extremo sur del lado este, con acceso mediante un pasillo que hacía las veces de distribuidor (Fig. 12). Posiblemente se construyó inmediatamente después de la destrucción de la anterior, aunque su estado no permite mayores precisiones; por las mismas razones, se desconocen las causas de su final, que se fecha en relación con la posterior.

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Figura 12.  Planta de la segunda fase de la domus I de Lesera (dibujo F. Arasa).

La domus de la tercera fase tiene una superficie similar a la anterior y es la mejor conservada. Está dividida igualmente en dos partes por una pared paralela a la fachada, de 44 cm de grosor (1,4 pies), y su cubierta también debió de ser con vertiente a dos aguas (Fig. 13). En relación con la anterior, los principales cambios que se observan en su planta son el estrechamiento del corredor y la distribución interna (Tabla 2). La parte que daba a la calle es una gran estancia que ocupa más de la mitad de la superficie útil de la casa y se ha identificado como la sala de representación o triclinium. En la parte posterior se encontraban la cocina, al final del pasillo, y dos habitaciones a las que se accedía desde aquella. Con los cambios señalados en la fase anterior y la desaparición de la pared divisoria de la parte este, su superficie útil aumentó hasta los 98,99 m2. Todos los pavimentos eran de tierra batida y la cubierta era -por primera vez- de tejas. La casa debió de contar con ventanas en su fachada, orientada al este, y al menos en la pared posterior, que posiblemente daba a un espacio abierto. Como en las anteriores fases, no se encontraron evidencias de la existencia de una planta superior.

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Figura 13.  Planta de la tercera fase de la domus I de Lesera (dibujo F. Arasa).
Estancia Dimensiones Superficie útil m2
Fauces 5,58 × 1,10 × 5,60 × 1,30 6,75
Triclinium 5,07 × 10,20 × 5,03 × 10,24 52,65
Culina 3,34 × 4,30 × 5,03 × 4,06 14,44
Cubiculum I 3,53 × 3,36 × 3,43 × 3,61 12,31
Cubiculum II 3,93 × 3,08 × 4,06 × 3,18 12,84
Total 98,99
Tabla 2.  Dimensiones interiores y superficie útil de las estancias de la tercera fase de la domus I de Lesera (elaboración propia).

Su construcción se ha fechado mediante las cerámicas recuperadas en el nivel de preparación de los pavimentos, donde la producción más reciente es la TSH, por lo que puede situarse hacia el 70-90 d. C. Tiempo después, la casa se vació de enseres y se abandonó, derrumbándose y quedando sellados sus restos por una potente capa de tierra, piedras y tejas. La fecha de abandono se ha establecido a partir de la datación de las cerámicas más recientes encontradas sobre el pavimento y en el nivel de derrumbe, entre las que destacan una copa de TSH de la forma 37 decorada con círculos concéntricos (Fig. 11c); 7 fragmentos de TSA A (NMI 3), de los que uno puede pertenecer a la forma Hayes 23; y otros 3 de cerámica africana de cocina, 2 de la cazuela Hayes 23B y uno de la tapadera Ostia I, 261-Hayes 196, que se fechan desde principios del siglo II, junto a otros fragmentos de cazuelas y tapaderas de parecida cronología. En conclusión, las escasas evidencias permiten aproximar la fecha de abandono hacia mediados del siglo II (Huguet y Arasa, 2019, pp. 260-267, figs. 6-10Huguet, E. y Arasa, F. (2019). “Cerámicas de uso culinario y comensalidad en una domus de la ciudad de Lesera (Forcall, Castellón)”. En: Coll, J. (Coord.). Opera Fictiles. Estudios transversales sobre cerámicas antiguas de la península ibérica, I. Madrid: Sociedad de Estudios de la Cerámica Antigua en Hispania-Ex Officina Hispana, pp. 249-269.).

3.1. Fauces

 

La entrada estaba protegida por la prolongación de los muros laterales del corredor de entrada que formaban un pequeño zaguán. La puerta tenía 1,10 m de luz (3,7 pies) y daba paso a un corredor de 5,58 m de longitud (18,5 pies), que tenía una superficie de 6,75 m2 y en su lado norte estaba delimitado por una pared de 55 cm de grosor (1,8 pies) (Fig. 14). Este espacio ejercía la doble función de acceso y distribuidor, en primer lugar, a la parte pública de la casa, ya que nada más entrar se abría a la derecha -en su lado norte- la puerta de la gran sala de representación, y al final de este se llegaba a la parte privada, primeramente, a la cocina y desde ella a las habitaciones.

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Figura 14.  Vista del corredor desde la puerta de la calle de la tercera fase de la domus I de Lesera; a la derecha, la puerta del triclinium y, al fondo, la culina (fotografía F. Arasa).

Los pasillos son frecuentes entre los espacios de distribución de las domus y pueden estar situados tanto en el centro como en uno de sus laterales. Pueden verse algunos paralelos en el valle del Ebro, en la Casa II-B de Celsa, fechada en el primer decenio de la era, que tenía su acceso a través de un pasillo de 1,01 m de ancho y 6,80 m de largo (Uribe, 2015, pp. 270-271, fig. 114Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.). En Cataluña se conocen algunos casos en la Neápolis de Ampurias, donde las casas 5 y 35 son de planta rectangular y cuentan con un pasillo central (Cortés, 2014a, pp. 31-32 y 48-49, n.º 2 y 25, pl. 2 y 13, pp. 188 y 306Cortés Vicente, A. (2014a). L’arquitectura domèstica d’època tardorepublicana i altimperial a les ciutats romanes de Catalunya. Barcelona: Institut d’Estudis Catalans, Universitat Autònoma de Barcelona; 2014b, p. 69, fig. 7Cortés Vicente, A. (2014b). “Clasificación tipológica de la arquitectura doméstica romana. Reflexiones a partir de las ciudades del NE peninsular”. Pyrenae, 45-2, pp. 59-93.; 2014c, p. 125Cortés Vicente, A. (2014c). “La vivienda de Emporion: un ejemplo de una sociedad ecléctica en el Mediterráneo occidental en época clásica”. Lucentum, XXXIII, pp. 123-136. DOI: https://doi.org/10.14198/LVCENTVM2014.33.07 ). En Emerita Augusta se han identificado tres viviendas de este tipo (regio V, A, C y J), dos de ellas situadas extramuros (Corrales, 2016, n.º 138, pp. 140 y 147Corrales Álvarez, Á. (2016). La arquitectura doméstica de “Augusta Emerita”. Anejos de Archivo Español de Arqueología LXXVI. Madrid: CSIC.). En el País Valenciano se ha señalado la presencia de estos espacios distribuidores en la domus I de Edeta (Llíria, Valencia) (siglos I-III), de 1,60 m de ancho y 9 m de longitud (Vidal, 2018, p. 20Vidal, X. (2018). “Edeta. Urbanisme en una ciutat romana s. I-III d.C.”. Lauro. Quaderns d’Història i Societat, 11, pp. 11-27.; Peñalver, 2019, p. 75, fig. 22gPeñalver Carrascosa, T. (2019). “Áreas de servicio, producción y almacenaje en los espacios domésticos romanos del territorio valenciano”. Pyrenae, 50, 2, pp. 105-131.), y en la domus de Mercurio de Valentia (siglos II-III) (Machancoses, 2015, p. 534Machaconses López, M. (2015): Topografía urbana de la Valentia romana altoimperial: Ciudad y suburbio. Tesis doctoral. Universitat de València.; Peñalver, 2019, p. 75, fig. 22hPeñalver Carrascosa, T. (2019). “Áreas de servicio, producción y almacenaje en los espacios domésticos romanos del territorio valenciano”. Pyrenae, 50, 2, pp. 105-131.).

3.2. Culina

 

El extremo oeste del corredor acaba en un vano de 1,30 m (4,3 pies) de luz que da paso a una estancia de planta rectangular y 14,44 m2 de superficie. Adosado a la pared norte se encontró un hogar rectangular de 44 × 78 cm (1,4 × 2,6 pies) que se asentaba directamente sobre el pavimento (Fig. 15). Estaba formado por varios ladrillos rectangulares -los mayores de 31 × 15 cm- que rodeaban una solera de tierra endurecida, sobre la que había una concentración de cenizas y carbones. La presencia de este elemento estructural, junto a la localización de la estancia en el ámbito de la domus, permite su identificación como un espacio fijo utilizado con asiduidad para las actividades culinarias. Este tipo de ambientes suelen ser de dimensiones reducidas: Foss (1994, pp. 78 y 132Foss, P. W. (1994). Kitchens and dining rooms at Pompeii: the spatial and social relationship of cooking to eating in the roman household. Dissertation, The University of Michigan. https://www.proquest.com/docview/304095353 (04/07/2019)) da superficies de 7,6-7,7 m2 para las cocinas de las casas de tamaño pequeño y mediano de algunas ínsulas de Pompeya, mientras que Kastenmeier (2007, pp. 57-60)Kastenmeier, P. (2007). I luoghi del lavoro domestico nella casa pompeiana. Roma: L’Erma di Bretschneider. señala que no superan los 10-15 m2. La cocina se sitúa en el ángulo SO de la casa, por lo que pudo contar con alguna ventana en las paredes oeste o sur para su iluminación y ventilación. En relación con la superficie de la casa y su escasa complejidad, así como por las dimensiones de la misma estancia, posiblemente esta debió de tener otras funciones como la de despensa y comedor habitual. Por otra parte, en ella no se han encontrado restos de desagües.

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Figura 15.  Hogar de lateres de la cocina de la tercera fase de la domus I de Lesera (fotografía E. Flors).

En la Campania, donde predomina el banco de cocción (Foss, 1994, pp. 79-82, fig. 2.21-28Foss, P. W. (1994). Kitchens and dining rooms at Pompeii: the spatial and social relationship of cooking to eating in the roman household. Dissertation, The University of Michigan. https://www.proquest.com/docview/304095353 (04/07/2019); Kastenmeier, 2007, pp. 60-61Kastenmeier, P. (2007). I luoghi del lavoro domestico nella casa pompeiana. Roma: L’Erma di Bretschneider.), el hogar de lateres situado directamente sobre el pavimento -conocido por las fuentes como focus y sus derivados- se asocia a las casas más modestas (Salza, 1978-1980, pp. 240-243Salza, E. (1978-1980). “Cucine e quartieri servili in epoca romana”. Atti della Pontificia accademia romana di archeologia. Rendiconti, 51, pp. 237-294.). En otras regiones como el Samnio, la Umbria y sobre todo la Cisalpina (Mediolanum, Augusta Taurinorum, Iulia Concordia), desde el periodo republicano se documentan los hogares con forma de plataformas de ladrillos y otros materiales, normalmente situados en un ángulo o junto a una pared (Bonini, 2016, pp. 462-466, fig. 9Bonini, P. (2016). “Le cucine nell’Italia romana: domus e villae”. Antichità Altoadriatiche, LXXXIV, pp. 455-473.). También en Grecia, entre los siglos I y III se utilizan hogares de ladrillos o mampostería y forma cuadrangular (Bonini, 2006, p. 99Bonini, P. (2006). La casa nella Grecia Romana. Forme e funzioni dello spazio privato fra I e VI secoli. Roma: Quasar.).

En Hispania son frecuentes los hogares situados al mismo nivel del pavimento o ligeramente elevados, que suelen tener forma rectangular o cuadrada y pueden estar adosados a una pared o ser exentos. Además de la arcilla y la piedra, para su construcción se utilizan frecuentemente ladrillos y tejas, como podemos ver en el valle del Ebro, donde en general son de grandes dimensiones, como en Celsa, en la Casa del Altar Caído, fechada entre finales del siglo I a. C. y principios del I d. C., con un gran focus adosado a uno de sus muros; en una domus situada extramuros de Caesaraugusta, en la que se encontró una solera también adosada a una de sus paredes; Tritium, de grandes dimensiones y cronología bajoimperial; y Tudela (Navarra), de 75 × 70 cm y formado por un gran ladrillo y tégulas (Aguarod, 2020, pp. 129, 132-133, 138-139 y 146, figs. 7, 9 y 10Aguarod Otal, C. (2020): “La culina, espacio para cocinar y de vida cotidiana en el valle del Ebro”. En: Fernández Ochoa, C., Salido Domínguez, J. y Zarzalejos Prieto, M. (Eds.). Culinae. Cocinas y espacios culinarios en Hispania. Madrid: Ediciones Complutense, pp. 115-152.). Otros casos se conocen en la Casa de los Morillos de Iuliobriga (Retortillo, Santander) (Uribe, 2008, p. 603Uribe Agudo, P. (2008). La edilicia doméstica urbana romana en el cuadrante Nordeste de la Península Ibérica (ss. I a. C. - III d. C.). Tesis doctoral. Universidad de Zaragoza. https://zaguan.unizar.es/record/1890/files/TUZ_0021_uribe_01.pdf (4/03/2020).) y Laccobriga (Lagos, Portugal), este fechado en el siglo II (Arruda, Pereira y De Sousa, en Pizzo, 2020, p. 187, fig. 4Pizzo, A. ed. (2020). La arquitectura doméstica urbana de la Lusitania romana. Mytra, 6. Mérida: Instituto de Arqueología de Mérida.).

En el País Valenciano se encontró un hogar de ladrillos en la domus II de Edeta (Llíria, Valencia), que presentaba evidencias de su exposición al fuego (Vidal, 2018, pp. 20-21Vidal, X. (2018). “Edeta. Urbanisme en una ciutat romana s. I-III d.C.”. Lauro. Quaderns d’Història i Societat, 11, pp. 11-27.; Peñalver, 2018a, p. 476, fig. 59Peñalver Carrascosa, T. (2018a). La arquitectura doméstica de las ciudades romanas del área valenciana. Tesis Doctoral. Universitat de València.; 2019, p. 119, fig. 4cPeñalver Carrascosa, T. (2019). “Áreas de servicio, producción y almacenaje en los espacios domésticos romanos del territorio valenciano”. Pyrenae, 50, 2, pp. 105-131.). En la misma ciudad de Lesera encontramos otro caso de este tipo de hogares en la domus II, situada en el sector NNE de la plataforma inferior, donde en una estancia de 6,65 × 5,73 m (38,10 m2), en la última fase de ocupación fechada entre los siglos II y III, se construyó un hogar formado por un gran ladrillo de 80 × 62 cm situado junto al muro este (Pérez Milián, Duarte y Arasa, 2015, p. 273, figs. 2 y 5Pérez Milián, R., Duarte, F.-X. y Arasa, F. (2015): “Novena campanya d’excavacions a la ciutat romana de Lesera (La Moleta dels Frares, Forcall-Els Ports)”. Saguntum (PLAV), 47, pp. 269-273.; Duarte et al., 2018, p. 168, fig. 6Duarte, F.-X., Arasa, F., Molinos, Ll. y Pérez Milián, R. (2018). “Resultats preliminars de la novena campanya d’excavacions a la ciutat romana de Lesera (la Moleta dels Frares, Forcall - Els Ports)”. En: Jornades d’Arqueologia de la Comunitat Valenciana 2013-2015. València: Generalitat Valenciana, pp. 163-172.).

3.3. Cubicula

 

Desde la cocina, por una puerta de 1,09 m (3,6 pies) de luz que se abre en el lado este de la pared norte, de 45 cm de grosor (1,5 pies), se accede al cubiculum I, que tiene 12,31 m2 de superficie (Fig. 16); desde este, y a través de una puerta de 1,29 m de luz (4,3 pies) que se abre también en la pared norte, de 53 cm de grosor (1,7 pies), se llega al cubiculum II, con una superficie de 12,84 m2 (Fig. 17). El primero se encuentra situado junto a la cocina, por lo que estaba expuesto a los olores y el humo. Las dimensiones de la casa y su particular distribución interna no permitían alejar los ambientes de descanso de la culina. En la primera habitación se encontraron dos fusayolas, lo que puede considerarse como una prueba de la realización de actividades textiles de carácter doméstico. Por estar situadas en la parte trasera de la casa, donde debía de haber un espacio abierto, ambas pudieron contar con una ventana en la pared del lado oeste; la presencia de elementos relacionados con el hilado, y por tanto con la necesidad de luz, permite suponer su existencia.

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Figura 16.  Vista del cubiculum I de la tercera fase de la domus I de Lesera (fotografía F. Arasa).
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Figura 17.  Vista del cubiculum II de la tercera fase de la domus I de Lesera (fotografía F. Arasa).

La identificación de las habitaciones de descanso generalmente se basa en sus dimensiones reducidas, morfología cuadrada o rectangular y la división en dos partes señaladas en la decoración parietal y los pavimentos mosaicos (Novello, 2003, p. 137Novello, M. (2003). “I cubiculi”. En: Ghedini, F. y Bullo, S. (Eds.). Amplissimae atque ornatissimae domus. L’edilizia resindeziale nella Tunisia romana. Roma: Qasar, pp. 135-151.; Uribe, 2015, p. 123Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.; Guiral, 2018, p. 621Guiral Pelegrín, C. (2018). “Cubicula y triclinia pintados en Hispania: articulación del espacio, sistemas decorativos e iconografía”. En: Dubois, Y. y Niffeler, U. (Dirs.). Pictores per provincias II - Status quaestionis. Basel: Académie Suisse des Sciences Humaines et Sociales, pp. 621-638.). En nuestro caso, y en ausencia de otro tipo de evidencias, pueden identificarse porque se trata de las estancias más pequeñas de la domus, con una superficie muy parecida, tienen una planta de tendencia cuadrada, no presentan ningún tipo de decoración y se encuentran en la zona más apartada y poco accesible. En este sentido, aunque el análisis de profundidad no es especialmente significativo en las casas de superficie reducida y escasa complejidad, el acceso a estas habitaciones es el que exige atravesar un mayor número de umbrales. Por otra parte, la sencillez funcional de la casa, dividida prácticamente en dos mitades, de carácter público la primera, permite deducir que el resto, donde se ha identificado con seguridad la cocina, era de carácter privado. En cuanto a su tamaño, ambas habitaciones son bastante grandes en relación con la superficie total de la casa, como lo son todas las estancias, aunque de manera general pueden situarse entre las más pequeñas (Novello, 2003, p. 149Novello, M. (2003). “I cubiculi”. En: Ghedini, F. y Bullo, S. (Eds.). Amplissimae atque ornatissimae domus. L’edilizia resindeziale nella Tunisia romana. Roma: Qasar, pp. 135-151.; Peñalver, 2018a, pp. 185-186Peñalver Carrascosa, T. (2018a). La arquitectura doméstica de las ciudades romanas del área valenciana. Tesis Doctoral. Universitat de València.).

Como han destacado distintos autores (Zaccaria, 1995a, pp. 404-406Zaccaria Ruggiu, A. (1995a). Spazio privato e spazio pubblico nella città romana. Collection de l’École Française de Rome, 206. Roma: École Française de Rome.; Riggsby, 1997, pp. 37-42Riggsby, A. M. (1997). “‘Public’ and ‘private’ in Roman culture: the case of cubiculum”. Journal of Roman Archaeology, 10, pp. 36-56. DOI: https://doi.org/10.1017/S1047759400014720 ; Novello, 2003, pp. 136-137Novello, M. (2003). “I cubiculi”. En: Ghedini, F. y Bullo, S. (Eds.). Amplissimae atque ornatissimae domus. L’edilizia resindeziale nella Tunisia romana. Roma: Qasar, pp. 135-151.; Nissinen, 2009, pp. 87-90Nissinen, L. (2009). “Cubicula nocturna, diurna - Revisiting roman cubicula and sleeping arrengements”. Arctos, 43, pp. 85-107.; Uribe, 2015, pp. 122-123Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.; Nissin, 2016, p. 30Nissin, L. (2016). Roman Sleep. Sleeping areas and sleeping arrangements in the Roman house. Helsinki: University of Helsinki. https://www.researchgate.net/publication/310860176_Roman_sleep_Sleeping_areas_and_sleeping_arrangements_in_the_Roman_house/ (22/01/2021).), aunque eran espacios destinados principalmente al reposo y la privacidad, también podían tener otras funciones. En este caso, puede señalarse la posible realización de actividades artesanales de carácter textil en una de las habitaciones. Por otra parte, dado el carácter modesto de la casa, y por no contar con decoración, pueden excluirse las funciones de representación. En cuanto a la orientación, ambas habitaciones dan al oeste, ya que toda la parte delantera que da a la calle se reservó para el salón triclinar. Sobre esta cuestión, en su estudio sobre las domus de Herculano, Nissin (2015, p. 109Nissin, L. (2015). “Sleeping areas in the houses of Herculaneum”. En: Tori, H. y Nissin, L. (Eds.). Public and Private in the Roman House and Society. Journal of Roman Achaeology. Supplementary Series, 102. Portsmouth: Journal of Roman Achaeology, pp. 101-118.; 2016, p. 39)Nissin, L. (2016). Roman Sleep. Sleeping areas and sleeping arrangements in the Roman house. Helsinki: University of Helsinki. https://www.researchgate.net/publication/310860176_Roman_sleep_Sleeping_areas_and_sleeping_arrangements_in_the_Roman_house/ (22/01/2021). concluye que no hay una dirección predominante en la orientación de los cubicula y son otros factores los que la determinan.

3.4. Triclinium

 

La parte más destacada de la domus es sin duda la gran sala de representación. Su puerta se abría a 1,60 m de la entrada, por lo que era la primera estancia que veía el visitante (Fig. 18). El vano mide 2 m (6,7 pies), de manera que debía de tratarse de una puerta de doble hoja, la única en la casa. Su planta es rectangular y, con unas medidas de 10,2 × 5 m (51,65 m2), es la mayor estancia de la domus y ocupa más de la mitad de su superficie útil. El acceso estaba situado en uno de los lados cortos, el sur, por lo que en sus proporciones predomina la dimensión de profundidad sobre la anchura. Además, por estar situada en el lado este de la casa, se extendía a lo largo de la fachada que daba a la calle, en la que pudieron abrirse hasta dos ventanas. Sus paredes estaban decoradas con pintura y cornisas de yeso. Así pues, su identificación puede plantearse a partir de la concurrencia de diversos factores, como son su localización cerca de la entrada, sus grandes dimensiones en relación con la superficie total de la casa y a las del resto de estancias y, sobre todo, al hecho de que era la única que contaba con un programa ornamental (Zaccaria, 1995b, p. 139Zaccaria Ruggiu, A. (1995b). “Origine del triclinio nella casa romana”. En: Cavalieri, G. y Roffia, E. (Eds.). Splendidas civitas nostra. Studi archeologici in onore di Antonio Frova. Roma: Quasar, pp. 137-155.; Bonini, 2006, pp. 68-69Bonini, P. (2006). La casa nella Grecia Romana. Forme e funzioni dello spazio privato fra I e VI secoli. Roma: Quasar.; Uribe, 2015, pp. 90-92Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.). En claro contraste con la decoración parietal, esta sala no tenía un pavimento de calidad, si quiera de mortero, sino que era de tierra batida como en el resto de las estancias, que tal vez estuvo cubierto por un tabulatum. A causa de las reducidas dimensiones de la casa, la cocina se encuentra muy próxima a la puerta del triclinium, a tan solo 1,9 m, aunque no quedaba a la vista de los comensales.

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Figura 18.  Vista del triclinium de la tercera fase de la domus I de Lesera en el curso de la excavación, con la puerta en primer plano (fotografía F. Arasa).

El aparato ornamental -ciertamente modesto- es el marcador determinante para su identificación con una estancia de representación, con el que sus habitantes quisieron reflejar su estatus económico-social en la parte pública de la casa (Uribe, 2009, pp. 154-155Uribe Agudo, P. (2009). “Triclinia y salones triclinares en las viviendas romanas urbanas del cuadrante nordeste de la Península Ibérica (I a.C.-III d.C.)”. Archivo Español de Arqueología, 82, pp. 153-189. DOI: https://doi.org/10.3989/aespa.082.009.007 ). La función de la decoración es justamente la de discriminar entre las distintas partes de la casa y señalar su uso social (Wallace-Hadrill, 1994, p. 149Wallace-Hadrill, A. (1994). Houses and Society in Pompeii and Herculaneum. Princeton: Princeton University Press.). El uso de estas salas, sobre todo en ambientes socioeconómicos modestos y provinciales como este, donde todo el aparato decorativo se concentra en una sola estancia, debió de incluir actos tanto de comensalidad, en los que tenían lugar las comidas sociales ritualizadas, como de recepción. Sus medidas son superiores a las observadas en los triclinia de las domus pompeyanas, que alcanzan un máximo 6 × 4 m (Dunbabin, 1991, pp. 123-124Dunbabin, K. M. D. (1991). “Triclinium and Stibadium”. En: Slater, W. J. (Ed.). Dinning in a Classical Context. Ann Arbor: University of Michigan, pp. 121-148.; 1996, p. 68Dunbabin, K. M. D. (1996). “Convivial spaces: dining and entertainment in the Roman Villa”. Journal of Roman Archaeology, 9, pp. 66-80. DOI: https://doi.org/10.1017/S1047759400016500 ), y su superficie se sitúa de manera general entre los de tamaño medio (40-60 m2) (Meyer, 1999, p. 114Meyer, K. E. (1999). “Axial peristyle houses in the western empire”. Journal of Roman Archaeology, 12, pp. 101-121. DOI: https://doi.org/10.1017/S1047759400017943 ). Sobre sus proporciones, puede destacarse que se ajustan a las establecidas por Vitruvio (De Arch. VI.3.8), para quien debían de tener el doble de largo que de ancho, de donde se deriva su forma rectangular más frecuente (Dunbabin, 1996, pp. 67-68Dunbabin, K. M. D. (1996). “Convivial spaces: dining and entertainment in the Roman Villa”. Journal of Roman Archaeology, 9, pp. 66-80. DOI: https://doi.org/10.1017/S1047759400016500 ). Sobre su anchura, en su estudio sobre los ambientes de representación en Túnez, Bullo (2003, p. 73)Bullo, D. (2003). “Gli ambienti di rappresentanza”. En: Bullo, S. y Ghedini, F. (Eds.). Amplissimae atque ornatissimae domus (Aug., civ., II, 20, 26). L’edilizia residenziale nelle città della Tunisia romana. Roma: Quasar, pp. 71-104. considera que 4,4/5 m eran suficientes para la configuración característica de estos espacios y albergar los tres lechos dispuestos en forma de U. El acceso por uno de sus lados cortos, adoptando un desarrollo perpendicular en relación con el espacio distribuidor, es bastante frecuente entre las casas romanas de Grecia (Bonini, 2006, pp. 69-70Bonini, P. (2006). La casa nella Grecia Romana. Forme e funzioni dello spazio privato fra I e VI secoli. Roma: Quasar.). En cuanto a la decoración pictórica, según el patrón observado en las domus pompeyanas, este tipo de estancias se dividen en dos zonas: la de ingreso, que representa 1/3 de la longitud, y la de recepción, que ocupa los 2/3 restantes (Guiral y Mostalac, 1993, p. 384Guiral, C. y Mostalac, A. (1993). “Influencias itálicas en los programas decorativos de cubicula y triclinia de época republicana y altoimperial en España. Algunos ejemplos representativos”. Espacio,Tiempo y Forma. Serie I, 6, pp. 365-392.; Guiral, 2018, p. 628Guiral Pelegrín, C. (2018). “Cubicula y triclinia pintados en Hispania: articulación del espacio, sistemas decorativos e iconografía”. En: Dubois, Y. y Niffeler, U. (Dirs.). Pictores per provincias II - Status quaestionis. Basel: Académie Suisse des Sciences Humaines et Sociales, pp. 621-638.), algo que no ha sido posible comprobar aquí.

Salones de proporciones parecidas o mayores y programas ornamentales más elaborados los encontramos en algunas ciudades del valle del Ebro desde época tardorrepublicana, como en La Caridad, donde la estancia n.º 1 de la casa de Likine se interpreta como un salón triclinar decorado con un mosaico de opus signinum y pintura monocroma (Vicente et al., 1991, p. 110, figs. 35-36Vicente, J. D., Punter, M. P., Escriche, C. y Herce, A. I. (1991). “La Caridad (Caminreal, Teruel)”. En: La casa urbana hispano-romana. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, pp. 81-129.; Uribe, 2009, p. 178, fig. 6Uribe Agudo, P. (2009). “Triclinia y salones triclinares en las viviendas romanas urbanas del cuadrante nordeste de la Península Ibérica (I a.C.-III d.C.)”. Archivo Español de Arqueología, 82, pp. 153-189. DOI: https://doi.org/10.3989/aespa.082.009.007 ; 2013, pp. 27-35, fig. 5Uribe Agudo, P. (2013). “Espacios convivales en las viviendas urbanas del Valle medio del Ebro desde la etapa postnumantina hasta el conflicto sertoriano”. Aquitania, 29, pp. 19-41.; 2015, pp. 94 y 315, figs. 24a y 136Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.; Guiral y Mostalac, 2011, pp. 603-608Guiral, C. y Mostalac, A. (2011). “Programas decorativos de época republicana en el valle medio del Ebro: conservadurismo y progresismo”. En: Balmelle, C., Eristov, H. y Monier, F. (Eds.). Décor et Architecture en Gaule entre l’Antiquité et le haut Moyen Âge. Aquitania, sup. 20. Bordeaux: Fédération Aquitania, pp. 597-609.); y en Contrebia Belaisca, donde la estancia n.º 3 de la Casa Agrícola (siglos II a. C. - I d. C.) se identifica como un triclinium al que se accedía por un pasillo (Uribe, 2009, p. 164, fig. 7Uribe Agudo, P. (2009). “Triclinia y salones triclinares en las viviendas romanas urbanas del cuadrante nordeste de la Península Ibérica (I a.C.-III d.C.)”. Archivo Español de Arqueología, 82, pp. 153-189. DOI: https://doi.org/10.3989/aespa.082.009.007 ; 2013, pp. 37-38, fig. 11Uribe Agudo, P. (2013). “Espacios convivales en las viviendas urbanas del Valle medio del Ebro desde la etapa postnumantina hasta el conflicto sertoriano”. Aquitania, 29, pp. 19-41.; 2015, pp. 101 y 296, figs. 24b y 126Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.; Guiral y Mostalac, 2011, p. 601Guiral, C. y Mostalac, A. (2011). “Programas decorativos de época republicana en el valle medio del Ebro: conservadurismo y progresismo”. En: Balmelle, C., Eristov, H. y Monier, F. (Eds.). Décor et Architecture en Gaule entre l’Antiquité et le haut Moyen Âge. Aquitania, sup. 20. Bordeaux: Fédération Aquitania, pp. 597-609.). De época imperial, en Celsa la Casa de Hércules cuenta con 4 salas de representación, de las cuales la n.º 5 es de planta rectangular (3,50 × 7,55 m) y está decorada con un pavimento de opus signinum y pintura mural que se fecha en época de Augusto (Beltrán, 1991, p. 155, figs. 16.1, y 20.2Beltrán, M. (1991). “La colonia Celsa”. En: La casa urbana hispano-romana. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, pp. 131-164.; Uribe, 2009, pp. 158-159, fig. 7Uribe Agudo, P. (2009). “Triclinia y salones triclinares en las viviendas romanas urbanas del cuadrante nordeste de la Península Ibérica (I a.C.-III d.C.)”. Archivo Español de Arqueología, 82, pp. 153-189. DOI: https://doi.org/10.3989/aespa.082.009.007 ; 2015, pp. 104-105 y 290-294, figs. 24d y 123Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.; Guiral, 2018, pp. 628-631Guiral Pelegrín, C. (2018). “Cubicula y triclinia pintados en Hispania: articulación del espacio, sistemas decorativos e iconografía”. En: Dubois, Y. y Niffeler, U. (Dirs.). Pictores per provincias II - Status quaestionis. Basel: Académie Suisse des Sciences Humaines et Sociales, pp. 621-638.); y la Casa de los Delfines, en la fase III-B que se fecha hacia el 20-50/60 d. C., la estancia n.º 12 es también de planta rectangular (5,91 × 11 m) y está decorada con un pavimento de mortero blanco y pintura mural del III estilo (Beltrán, Mostalac y Lasheras, 1984, pp. 124-126Beltrán, M., Mostalac, A. y Lasheras, J. A. (1984). Colonia Victrix Iulia Lepida-Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). I. La arquitectura de la «Casa de los Delfines». Zaragoza: Institución Fernando el Católico.; Uribe, 2009, p. 176, fig. 8Uribe Agudo, P. (2009). “Triclinia y salones triclinares en las viviendas romanas urbanas del cuadrante nordeste de la Península Ibérica (I a.C.-III d.C.)”. Archivo Español de Arqueología, 82, pp. 153-189. DOI: https://doi.org/10.3989/aespa.082.009.007 ; 2015, pp. 109 y 281-285, figs. 34a y 120Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.; Guiral, 2018, pp. 631-632Guiral Pelegrín, C. (2018). “Cubicula y triclinia pintados en Hispania: articulación del espacio, sistemas decorativos e iconografía”. En: Dubois, Y. y Niffeler, U. (Dirs.). Pictores per provincias II - Status quaestionis. Basel: Académie Suisse des Sciences Humaines et Sociales, pp. 621-638.); otras casas más modestas de esta ciudad (IIB y IID) también concentran todo su aparato ornamental en una sola estancia de estas características (Beltrán y Mostalac, 1996, p. 68Beltrán, M. y Mostalac, A. (1996). “La casa romana en Hispania, estado de la cuestión”. En: Borgard, P. (Dir.). La maison urbaine d’époque romaine en Gaule Narbonnaise et dans les provinces voisines. Avignon: Service d’Archéologie du Conseil Génerale de Vaucluse, pp. 61-71.; Uribe, 2015, pp. 270-273, figs. 114-115Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.). En su estudio sobre las domus de las ciudades romanas del País Valenciano, Peñalver (2018a, pp. 147-150)Peñalver Carrascosa, T. (2018a). La arquitectura doméstica de las ciudades romanas del área valenciana. Tesis Doctoral. Universitat de València. destaca que -aunque se trata de una reducida muestra- el 48 % de las estancias de este tipo que se han podido identificar son rectangulares, y un 37 % tiene una superficie que se sitúa en la horquilla 20-40 m2, siendo esta la mayor de las conocidas; por otra parte, es la única a la que se accede desde un pasillo, y la anchura de su acceso se sitúa en la parte baja de la horquilla del grupo mayoritario, igual o superior a 2 m.

3.5. La decoración del triclinium

 

Como hemos dicho, el salón triclinar era la única parte de la casa que estaba decorada con pintura mural y cornisas de estuco (Arasa, 2009, pp. 70-72Arasa i Gil, F. (2009). La ciutat romana de Lesera. Vinaròs: Ajuntament de Forcall.; 2014, p. 97Arasa i Gil, F. (2014). “Lesera (Forcall, Castellón). Balance de las excavaciones realizadas entre 2001 y 2009”. En: Olcina Doménech, M. H. (Ed.). Las ciudades valencianas de época romana. Alicante: Museo Arqueológico de Alicante, pp. 81-101.). La paleta cromática es reducida: negro, blanco, rojo, amarillo, rosa y verde. El esquema compositivo está formado por un zócalo resuelto como una banda continua con imitación marmórea, una banda negra de separación y una zona media articulada en paneles rojos con filetes de encuadramiento blancos con puntos en los ángulos e interpaneles negros lisos separados de los rojos por bandas amarillas (Fig. 19a-b). La variedad de mármol representada en el zócalo consta de un fondo amarillo ocre sobre el que figuran óvalos rojos ribeteados de negro con vetas también negras. No se han podido identificar ni el rodapié ni la presencia de motivos decorativos en los interpaneles. Se han documentado tres tipos de cornisas que deben de corresponder a otras tantas paredes y están parcialmente coloreadas con pintura rosa en la parte inferior (Fig. 19c).

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Figura 19.  a-b) Fragmentos de pintura mural de la tercera fase de la domus I de Lesera; c) Fragmento de cornisa (fotografías F. Arasa).

Las imitaciones marmóreas en los zócalos son un recurso utilizado en todas las fases de la pintura romana, y en los ambientes provinciales se convierte en uno de los más frecuentes a partir del siglo I d. C. (Abad, 1977-1978Abad Casal, L. (1977-1978). “Las imitaciones de crustae en la pintura romana en España”. Archivo Español de Arqueología, 50-51, pp. 189-208.; 1982, pp. 296-312Abad Casal, L. (1982). Pintura romana en España. Alicante: Universidad de Alicante.). En Hispania es uno de los motivos decorativos que más perdura y se utiliza sobre todo en la decoración de los aposentos principales como triclinia y cubicula. Su disposición adopta tres formas: como una banda continua que representa un solo tipo de mármol, como grandes placas de varias formas y tamaños que imitan diferentes mármoles y como crustae formando complejos diseños geométricos (Guiral, 2010, p. 132Guiral Pelegrín, C. (2010). “La decoración pintada del »cubículo de las Estaciones« de la villa romana dels Munts (Altafulla, Tarragona)”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Nueva época. Prehistoria y Arqueología, 3, pp. 127-144.). A partir del siglo II d. C. se extienden a la zona media y ocupan la parte principal de la pared (Fernández Díaz, 2008, I, pp. 231-233Fernández Díaz, A. (2008). La pintura mural romana de Carthago Noua. Evolución del programa pictórico a través de los estilos, talleres y otras técnicas decorativas. Monografías del Museo Arqueológico 2. Murcia: Museo Arqueológico de Murcia.). En este caso parece tratarse de una banda continua en la que figura un motivo que no se corresponde con una variedad marmórea conocida. Estas imitaciones son frecuentes en el cuarto estilo, en el que se representan mayoritariamente mármoles reales, aunque también otros falsos (Eristov, 1979, pp. 696 y 770-771Eristov, H. (1979). “Corpus des faux-marbres peints à Pompei”. Mélanges de l’École Française de Rome. Antiquité, 91, pp. 693-771.). En Caesaraugusta, en la excavación de la c/ Dr. Palomar n.º 4 encontramos un paralelo aproximado (cca_Pal_c2_14) que se fecha en el siglo II d. C.: un panel con el fondo amarillo ocre, óvalos rojos bordeados de rosa y ribeteados de negro (Guiral, 2017, p. 134, figs. 4-5Guiral Pelegrín, C. (2017). “Pinturas romanas procedentes de Caesaraugusta (Zaragoza): un taller en el valle medio del Ebro”. Zephyrus, LXXIX (1), pp. 127-148. DOI: https://doi.org/10.14201/zephyrus201779127148 ).

Esquemas compositivos similares, aunque con el zócalo moteado, los encontramos en los conjuntos 2 y 4 de Labitolosa (Huesca), que se fechan hacia mediados del siglo I d. C., en la fase de transición entre el III y el IV estilo (Guiral, 2013, pp. 321-324 y 325-327, figs. 37-38 y 40cGuiral Pelegrín, C. (2013): “Las pinturas halladas en la UE 09021: la decoración pictórica de la casa anterior a la domus?”. En: Magallón, M. Á. y Sillières, P. (Eds.). Labitolosa (La Puebla de Castro, province de Huesca, Espagne). Une cité romaine de l’Hispanie Citérieure. Bordeaux: Ausonius, pp. 320-328.); en Bilbilis, en el conjunto A de la Casa de las Escaleras (Bil. 14), del IV estilo, fechado a principios de la segunda mitad del siglo I d. C.; y en la Casa de la Cisterna (Bil. 13), fechado en la segunda mitad del siglo I d. C. (Guiral y Martín-Bueno, 1996, pp. 249-253, fig. 120, pp. 318-322, fig. 159Guiral, C. y Martín-Bueno, M. (1996). Bilbilis I. Decoración pictórica y estucos ornamentales. Zaragoza: Institución Fernando el Católico.; Íñiguez, 2016a, p. 159Íñiguez Berrozpe, L. (2016a). “Pintura mural romana en ámbito doméstico durante el s. I d. C. en el Conventus Caesaraugustanus”. Zephyrus, LXXVII (1), pp. 147-172. DOI: https://doi.org/10.14201/zephyrus201677147172 ); y en Carthago Nova, en la domus de la calle Duque 29, fechada en el siglo II d. C. (Fernández Díaz, 2008, I, pp. 258-261, láms. 19-20Fernández Díaz, A. (2008). La pintura mural romana de Carthago Noua. Evolución del programa pictórico a través de los estilos, talleres y otras técnicas decorativas. Monografías del Museo Arqueológico 2. Murcia: Museo Arqueológico de Murcia.). En el País Valenciano se conocen zócalos con imitaciones marmóreas fechadas entre finales del siglo I y el II en el Grau Vell de Saguntum (Guiral, 1992Guiral Pelegrín, C. (1992). “Pinturas murales romanas procedentes del Grau Vell (Sagunto, Valencia)”. Saguntum. PLAV, 25, pp. 139-178.); en el posible tablinum y el Recinto II de la domus dels Peixos de esta misma ciudad (Antoni, 2013, p. 82Antoni, C. (2013). “La casa dels peixos. Una domus romana en la trama urbana de Sagunt (València)”. En: Alapont, Ll. y Martí, J. (Eds.). III Jornades d’Arqueologia de València i Castelló. Valencia: Ajuntament de València, pp. 77-85.); y en la estancia 6 de la domus del Tesoro (Llíria, Valencia) (Escrivà, Martínez y Vidal, 2001, p. 68, lám. XI.2Escrivà, V., Martínez, C. y Vidal, X. (2001). “Edeta kai Leiria. La ciutat romana de l’època romana a l’antiguitat tardana”. Lauro. Quaderns d’Història i Societat, 9, pp. 13-91.), entre otros (Peñalver, en Fernández Díaz y Castillo, 2020, pp. 143-151Fernández Díaz, A. y Castillo Alcántara, G. (Eds.) (2020). La pintura romana en Hispania. Del estudio de campo a su puesta en valor. Murcia: Universidad de Murcia.).

En la zona media, la alternancia de paneles anchos lisos y estrechos decorados -característica de la pintura del siglo I d. C.- continúa en el II y es el esquema compositivo más frecuentemente representado en las provincias hispánicas, que muestra diferencias en cuanto al tratamiento de los interpaneles: los motivos más elaborados son los denominados candelabros, a los que siguen los vegetales de carácter esquemático y por último encontramos aquellos que carecen de decoración (Guiral, Fernández Díaz y Cánovas, 2014, pp. 278-280Guiral Pelegrín, C., Fernández Díaz, A. y Cánovas Úbera, Á. (2014). “En torno a los estilos locales en la pintura romana: el caso de Hispania en el siglo II d. C.”. En: Zimmermann, N. (Ed.). Antike Malerei zwischen Localstil und Zeitstil. Wien: Österreichische Akademie der Wissenschaften, pp. 277-295.), como parece ser el caso aquí analizado. La presencia de puntos dispuestos en diagonal en los ángulos de los trazos de encuadramiento tiene su origen en el III estilo, a finales del siglo I a. C., desde donde pasó al repertorio ornamental del IV estilo, con un proceso similar en la pintura provincial. En Hispania algunos de los ejemplos más antiguos se encuentran en el foro de Caesaraugusta y la Casa de Hércules de Celsa (Mostalac y Guiral, 1990, p. 164Mostalac, A. y Guiral, C. (1990). “Preliminares sobre el repertorio ornamental del III y IV estilos pompeyanos en la Península Ibérica”. Italica, 18, pp. 155-173.). En Bilbilis los podemos ver en el conjunto B de la zona posterior del templo del Foro y en el conjunto B de la Casa de las Escaleras (Bil. 15), del III estilo y fechados en la primera mitad del siglo I d. C.; en el conjunto A de la Casa del Ninfeo, del IV estilo y fechado a principios de la segunda mitad del siglo I d. C. (Guiral y Martín-Bueno, 1996, pp. 46, 255-257 y 355Guiral, C. y Martín-Bueno, M. (1996). Bilbilis I. Decoración pictórica y estucos ornamentales. Zaragoza: Institución Fernando el Católico.; Íñiguez, 2016a, pp. 151-153Íñiguez Berrozpe, L. (2016a). “Pintura mural romana en ámbito doméstico durante el s. I d. C. en el Conventus Caesaraugustanus”. Zephyrus, LXXVII (1), pp. 147-172. DOI: https://doi.org/10.14201/zephyrus201677147172 ); y en el lararium de la Casa del Larario (H. 13, Bil. 6), del IV estilo y fechado en la segunda mitad del siglo I d. C. (Íñiguez, 2016b, pp. 101 y 108Íñiguez Berrozpe, L. (2016b). “Análisis del aparato decorativo del sacrarium hallado en la Casa del Larario de Bilbilis (Calatayud, Zaragoza)”. Archivo Español de Arqueología, 89, pp. 95-116. DOI: https://doi.org/10.3989/aespa.089.016.005 ). De mediados del siglo I d. C. es el conjunto Lab. 4 de Labitolosa (Guiral, 2013, pp. 325-327, fig. 40cGuiral Pelegrín, C. (2013): “Las pinturas halladas en la UE 09021: la decoración pictórica de la casa anterior a la domus?”. En: Magallón, M. Á. y Sillières, P. (Eds.). Labitolosa (La Puebla de Castro, province de Huesca, Espagne). Une cité romaine de l’Hispanie Citérieure. Bordeaux: Ausonius, pp. 320-328.). Y del siglo II es el del corte C de la calle Duque 33 de Carthago Nova (Fernández Díaz, 2008, I, p. 314Fernández Díaz, A. (2008). La pintura mural romana de Carthago Noua. Evolución del programa pictórico a través de los estilos, talleres y otras técnicas decorativas. Monografías del Museo Arqueológico 2. Murcia: Museo Arqueológico de Murcia.).

Los análisis han permitido determinar la composición de los pigmentos y de la preparación sobre la que se aplicaron (Roldán, Arasa y Juanes, 2010Roldán, C., Arasa, F. y Juanes, D. (2010). “Análisis de la pintura mural de una domus excavada en el municipio romano de Lesera (la Moleta dels Frares, Forcall - Castellón)”. En: Saiz, M. E., López Romero, R., Cano, M. A. y Calvo, J. C. (Eds.). VIII Congreso Ibérico de Arqueometría. Actas. Teruel: Seminario de Arqueología y Etnología Turolense, pp. 103-112.). El mortero presenta tres capas: la primera con un grosor superior a 2 cm, la segunda de 2-3 mm y la tercera inferior a 1 mm. El análisis estratigráfico de varios fragmentos ha revelado la superposición de diferentes colores. En cuanto a la cronología, los motivos representados son sencillos y su estudio estilístico no permite una gran precisión. La decoración sigue el gusto propio del periodo flavio-adrianeo consistente en grandes paneles mayoritariamente rojos y amarillos, con interpaneles negros decorados sobre todo con candelabros (Fernández Díaz, 2008, pp. 181-183Fernández Díaz, A. (2008). La pintura mural romana de Carthago Noua. Evolución del programa pictórico a través de los estilos, talleres y otras técnicas decorativas. Monografías del Museo Arqueológico 2. Murcia: Museo Arqueológico de Murcia.). Por ello, en consonancia con la cronología que proporcionan las cerámicas recuperadas, proponemos una datación de la decoración parietal del triclinium entre el último tercio del siglo I d. C. y principios del II.

4. MATERIALES Y TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS

 

En las diferentes fases constructivas de la domus se han utilizado materiales y técnicas semejantes. En la primera se regularizó la terraza natural mediante el recorte de las paredes rocosas (Fig. 20a), hasta formar una superficie bastante plana sobre la que se asentaron los muros. Este tipo de trabajos en la roca son numerosos en el yacimiento, sobre todo en los rebordes de los cantiles para asentar algunas construcciones, entre las que se encuentran algunas cisternas. El trabajo de cantera se aplica cuando el terreno presenta alguna inclinación e irregularidades, con la finalidad de conseguir una superficie plana suficientemente amplia (platea) sobre la que construir el edificio o acondicionar una parte de él. El recorte de la roca se ha documentado desde el Bronce Final y la primera edad del Hierro en algunos poblados de Cataluña (Belarte, 1997, pp. 61, 76-77 y 80-81Belarte Franco, M.ª C. (1997). Arquitectura domèstica i estructura social a la Catalunya protohistòrica. Arqueo Mediterrània 1. Barcelona: Universitat de Barcelona.). En época romana, la llamada “arquitectura rupestre” se encuentra ampliamente extendida por la meseta y el valle del Ebro, en ciudades como Valeria (Cuenca), Bilbilis, Los Bañales (Zaragoza), Termes (Tiermes), Uxama (Soria), etc. (Uribe, 2008, pp. 420 ss y 494-496Uribe Agudo, P. (2008). La edilicia doméstica urbana romana en el cuadrante Nordeste de la Península Ibérica (ss. I a. C. - III d. C.). Tesis doctoral. Universidad de Zaragoza. https://zaguan.unizar.es/record/1890/files/TUZ_0021_uribe_01.pdf (4/03/2020).; 2015, pp. 62-64Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.).

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Figura 20.  Domus I de Lesera: a) Ángulo SO recortado en la roca; b) Muro de la tercera fase; c) Base de la pared medianera de la tercera fase con el revestimiento sobre el que se disponía la decoración pictórica (fotografías F. Arasa).

El zócalo de los muros era de mampostería irregular con aparejo de pequeño tamaño trabado con barro; los de la última fase conservan una altura de hasta 1 m (Fig. 20b). Esta es la técnica más frecuentemente utilizada en la arquitectura doméstica, con la que se construyen los zócalos (Uribe, 2015, pp. 37-48Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.; Corrales, 2016, pp. 168-171Corrales Álvarez, Á. (2016). La arquitectura doméstica de “Augusta Emerita”. Anejos de Archivo Español de Arqueología LXXVI. Madrid: CSIC.). Sobre ellos debieron alzarse paredes de tierra, ya que se encontraron gruesas capas de arcillas y margas cubriendo los restos. La técnica utilizada fue el tapial, como pudo verse en el muro oeste del triclinium donde se conservaba una pequeña parte protegida por el enlucido (Fig. 20c). De ella destacan sus ventajas por lo económico de las materias primas y por su resistencia mecánica y térmica. Se ha señalado un origen autóctono en la península Ibérica, aunque los casos más antiguos se atribuyen a la influencia fenicia y en general está escasamente documentada en época prerromana, principalmente a causa de las dificultades de identificarla en el registro arqueológico (Belarte, 1997, pp. 87-88Belarte Franco, M.ª C. (1997). Arquitectura domèstica i estructura social a la Catalunya protohistòrica. Arqueo Mediterrània 1. Barcelona: Universitat de Barcelona.; 2001, pp. 33-34Belarte Franco, M.ª C. (2001). “Les tècniques constructives al món ibèric”. En: Belarte, M.ª C., Pou, J., Sanmartí, J. y Santacana, J. (Eds.). Tècniques constructives d’època ibèrica i experimentació arquitectònica a la Mediterrània. Arqueo Mediterrània, 6, pp. 27-41.). En el siglo I d. C., Plinio (XXXV, 48) menciona su uso en Hispania y destaca la perdurabilidad de las parietes formaceae. Aunque se ha apuntado una posible influencia africana en la difusión de esta técnica, cada vez son más los hallazgos que demuestran su uso generalizado en buena parte de Hispania.

En la Bética el uso del tapial se ha documentado en diversas ciudades como Italica, Hispalis, Corduba, Astigi, Baelo, etc. (Gómez Rodríguez, 2010, pp. 240 ss, 460 ss y 611-612Gómez Rodríguez, Á. (2010). La arquitectura doméstica urbana en época romana en la Provincia Baetica. Tesis Doctoral. Universidad de Huelva. http://rabida.uhu.es/dspace/bitstream/handle/10272/2870/b15163878-1.pdf?sequence=6%20(2) (17/02/2020).). En Aragón se ha documentado en la época tardorrepublicana en La Caridad, el Cabezo de Alcalá y Contrebia Belaisca, además de en otras ciudades del periodo imperial como Bilbilis (Uribe, 2006, p. 220Uribe Agudo, P. (2006). “La construcción con tierra en la arquitectura doméstica romana en el Nordeste de la Península Ibérica”. Salduie, 6, pp. 213-223.; 2015, pp. 55-58Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.). En Cataluña lo encontramos en Emporiae (Cortés, 2014c, 125Cortés Vicente, A. (2014c). “La vivienda de Emporion: un ejemplo de una sociedad ecléctica en el Mediterráneo occidental en época clásica”. Lucentum, XXXIII, pp. 123-136. DOI: https://doi.org/10.14198/LVCENTVM2014.33.07 ) e Ilerda (Lleida) (Loriente y Oliver, 1992, p. 37Loriente, A. y Oliver, A. (1992). L’antic portal de la Magdalena. Monografies d’Arqueologia Urbana, 4. Lleida: Ajuntament.). En la Meseta se ha señalado su presencia en algunas ciudades como Valeria (Osuna et al., 1978, p. 80, láms. XIV-XVOsuna, M., Suay, F., Fernández González, J. J., Garzón, J. L., Valiente, S. y Rodríguez Colmenero, A. (1978). Valeria romana I. Cuenca: Caja Provincial de Ahorros de Cuenca.). En Augusta Emerita se utilizó al menos en tres viviendas (Corrales, 2016, pp. 184-185Corrales Álvarez, Á. (2016). La arquitectura doméstica de “Augusta Emerita”. Anejos de Archivo Español de Arqueología LXXVI. Madrid: CSIC.). En tierras valencianas lo encontramos en algunas ciudades, como en las domus del solar de la Morería y del Grau Vell de Saguntum, la de la calle San Miguel de Edeta, la llamada domus de Terpsícore de Valentia, etc. (Peñalver, 2018a, pp. 55-56Peñalver Carrascosa, T. (2018a). La arquitectura doméstica de las ciudades romanas del área valenciana. Tesis Doctoral. Universitat de València.). En Lesera, esta técnica también se utilizó en la domus II (Duarte et al., 2018, pp. 167-168, fig. 5Duarte, F.-X., Arasa, F., Molinos, Ll. y Pérez Milián, R. (2018). “Resultats preliminars de la novena campanya d’excavacions a la ciutat romana de Lesera (la Moleta dels Frares, Forcall - Els Ports)”. En: Jornades d’Arqueologia de la Comunitat Valenciana 2013-2015. València: Generalitat Valenciana, pp. 163-172.).

En cuanto al recubrimiento de las paredes, no ha podido documentarse más que en el caso de la última fase, cuando tuvieron un tratamiento distinto en relación con las funciones de las diferentes estancias. Así, mientras el salón triclinar fue decorado con pintura mural y cornisas de estuco, en el resto de los espacios (fauces, culina, cubicula) las paredes solo fueron recubiertas de mortero de cal. Los pavimentos de las diferentes fases constructivas eran de tierra compactada. Por último, sobre las cubiertas, la de la primera fase debió de ser vegetal, mientras que la de la tercera era de tejas.

5. CONSIDERACIONES FINALES

 

La primera domus excavada en la ciudad de Lesera ha proporcionado una información de gran interés para conocer su evolución desde época de Augusto hasta mediados del siglo II. Sobre los restos de un taller metalúrgico de época tardorrepublicana se edificó una primera casa que puede fecharse hacia finales del siglo I a. C., a la que siguieron otras dos a lo largo de la centuria siguiente. La evolución visible en ellas, de manera particular entre la primera y la tercera aquí analizadas, manifiesta los cambios acontecidos durante este periodo en la población ibérica local, que se materializan en la incorporación de modelos arquitectónicos, la cubierta cerámica y la decoración pictórica propios de la cultura romana. Algunos elementos de la primera domus recuerdan a los de una casa ibérica, como por ejemplo la cubierta y los hogares de arcilla; su utilización en un momento tan avanzado como el final del siglo I a. C. muestra la perduración de la tradición arquitectónica ibérica en una sociedad que por entonces todavía se encontraba inmersa en un lento proceso de transformación. Cerca de un siglo después, hacia el último tercio del siglo I d. C., la tercera casa incorpora ya unos elementos característicos de la arquitectura y la ornamentación romanas: cuenta con un gran salón triclinar con funciones de comedor y sala de representación que está decorado con pintura mural, la cocina tiene un hogar construido con ladrillos y la cubierta es de tejas. La concurrencia de estos elementos es la que permite considerar esta edificación como una domus (Wallace-Hadrill, 2015Wallace-Hadrill, A. (2015). “What makes a Roman house a »Roman house«?”. En: Tuori, K. y Nissin, L. (Eds.). Public and Private in the Roman House and Society. Journal of Roman Archaeology. Supplementary Series 102. Portsmouth: Journal of Roman Archaeology, pp. 177-186.). La distribución interna establece una nítida división funcional entre los ámbitos público y privado, al mismo tiempo que muestra una clara jerarquización entre ellos atendiendo a su superficie. Finalmente, la casa tenía pavimentos de tierra batida y no se han encontrado otros restos suntuarios.

Esta vivienda es un claro ejemplo de arquitectura doméstica de los grupos no privilegiados, pues tanto el tipo al que pertenece como la modestia de sus acabados refleja el nivel socioeconómico de sus habitantes. La reserva de más de la mitad de la superficie útil de la casa para la sala de representación, junto a la inversión económica que supone su decoración parietal, solo puede interpretarse en el ámbito de la ideología, como una muestra de emulación del lenguaje cultural de la elite y del modo de vida romano. En este sentido, la evolución que vemos en las tres fases constructivas -que pueden fecharse en un periodo aproximado de un siglo- manifiesta el lento proceso de cambio que se produjo en la sociedad local: solo en la última, en época flavia, vemos una casa que por su distribución, decoración y materiales arquitectónicos puede considerarse una domus. Este hecho debe explicarse en parte tanto por las propias características de la ciudad (localización, tamaño, recursos), como por el estatus socioeconómico de sus propietarios.

Por sus proporciones, con una superficie construida de 126,20 m2 y sus cuatro estancias, la domus I de Lesera puede incluirse en la segunda categoría de las establecidas por Wallace-Hadrill (1994, pp. 79-81)Wallace-Hadrill, A. (1994). Houses and Society in Pompeii and Herculaneum. Princeton: Princeton University Press. entre las de Pompeya y Herculano (100-199 m2), que cuenta con una media de 6 habitaciones por casa. Desde el punto de vista tipológico, se trata de una casa de espacio distribuidor cubierto, función que ejercía el pasillo de acceso situado en su lado sur. Esta puede considerarse una variante del tipo de casa de espacio distribuidor descubierto, que se corresponde con el tipo 2A de Wallace-Hadrill, en el que aquel puede ser tanto una estancia como un pasillo. La presencia de este elemento la caracteriza como una casa de corredor, donde el elemento definidor -en ausencia de patio- es un pasillo que hace la función de distribuidor. En su tesis sobre la edilicia doméstica urbana romana en el NE de la península Ibérica, Uribe (2008, p. 647)Uribe Agudo, P. (2008). La edilicia doméstica urbana romana en el cuadrante Nordeste de la Península Ibérica (ss. I a. C. - III d. C.). Tesis doctoral. Universidad de Zaragoza. https://zaguan.unizar.es/record/1890/files/TUZ_0021_uribe_01.pdf (4/03/2020). definió este tipo como propio de viviendas modestas, de 2 a 5 habitaciones, sin un espacio central y organizadas mediante pasillos. Este tipo se ha reconocido en los últimos trabajos de investigación desarrollados en el valle del Ebro (Uribe, 2015, pp. 171-172Uribe Agudo, P. (2015). La arquitectura doméstica urbana romana en el valle medio del Ebro (siglos II a. C.-III p. C.). Aquitania supl. 35. Bordeaux: Librairie archéologique.), Cataluña (Cortés, 2014a, pp. 304-305Cortés Vicente, A. (2014a). L’arquitectura domèstica d’època tardorepublicana i altimperial a les ciutats romanes de Catalunya. Barcelona: Institut d’Estudis Catalans, Universitat Autònoma de Barcelona), Mérida (Corrales, 2016, pp. 133-134Corrales Álvarez, Á. (2016). La arquitectura doméstica de “Augusta Emerita”. Anejos de Archivo Español de Arqueología LXXVI. Madrid: CSIC.) y el País Valenciano (Peñalver, 2018a, pp. 344-346Peñalver Carrascosa, T. (2018a). La arquitectura doméstica de las ciudades romanas del área valenciana. Tesis Doctoral. Universitat de València.).

El abandono de esta domus hacia mediados del siglo II d. C. y su posterior derrumbe junto a la calle de acceso a la plataforma superior del yacimiento, que debió de albergar un importante número de unidades domésticas, debe interpretarse como una primera evidencia de crisis en la vida urbana. Sin embargo, la actividad municipal debió de continuar al menos hasta principios del siglo III, como demuestra el altar dedicado a Júpiter por el municipio en el año 212. Las postreras evidencias de ocupación se localizan en la domus II, situada al noreste de la plataforma inferior, cerca del emplazamiento hipotético del complejo forense, donde hacia finales del siglo III un posible espacio de circulación se tapia con un muro en el que se abre una puerta, y en las edificaciones contiguas se reutilizan elementos arquitectónicos procedentes de otras construcciones (Duarte et al., 2018Duarte, F.-X., Arasa, F., Molinos, Ll. y Pérez Milián, R. (2018). “Resultats preliminars de la novena campanya d’excavacions a la ciutat romana de Lesera (la Moleta dels Frares, Forcall - Els Ports)”. En: Jornades d’Arqueologia de la Comunitat Valenciana 2013-2015. València: Generalitat Valenciana, pp. 163-172.; Jiménez y Arasa, 2018, p. 52Jiménez Salvador, J. L. y Arasa, F. (2018). “Procesos de expolio y reutilización de la arquitectura pública romana en el territorio valenciano”. En: Arciniega, L. y Serra, A. (Eds.). Recepción, imagen y memoria del Arte del pasado. Quaderns Ars Longa, 7. Valencia: Universitat de València, pp. 47-70.). Estos procesos de abandono y desmantelamiento se han documentado en numerosas ciudades hispánicas como Celsa, El Palao, Emporiae, Baetulo, Munigua, Baelo, etc., y entre las valencianas, en Edeta, y el caso más precoz, Lucentum (Alicante), donde los indicios de abandono se fechan al final de la primera mitad del siglo II (Olcina, Guilabert y Tendero, 2020, pp. 144-151 y 195-228Olcina, M., Guilabert, A. y Tendero, E. (2020). El Tossal de Manises-Lucentum. Entre los Barca y los Omeyas. Alicante: Museo Arqueológico de Alicante.).

NOTA

 
*

Proyecto “Vivere in urbe. Arquitectura residencial en las ciudades de Carthago Nova, Valentia y Lucentum. Investigación y socialización”, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (PID2019-105376GB-C41/AEI/10.13039/501100011033).

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