Archivo Español de Arqueología, 2021, 94, e29
ISSN: 0066-6742, eISSN: 1988-3110, ISSN-L: 0066-6742

RECENSION

Marcos García García

University of York

Carolina Doménech-Belda y Sonia Gutiérrez Lloret (eds.), El sitio de las cosas. La Alta Edad Media en contexto, Alacant, Publicacions Universitat d’Alacant, 2020, 332 pp. ISBN: 978-84-9717-707-8.

Posiblemente la noción de contexto se encuentre entre las más poliédricas de las que conforman el acervo semántico empleado en arqueología. El contexto de algo hace referencia no solo al espacio físico que ocupa en las tres dimensiones, sino también a las relaciones que ese algo establece con otras realidades asociadas espacial o temporalmente a ese mismo lugar o momento. De resultas, podría decirse que este concepto representa la piedra fundacional sobre la que se asienta el aparato analítico e interpretativo de la disciplina arqueológica entendida como práctica científica, si atendemos al papel protagonista que desempeña en la definición de las coordenadas físicas y cronológicas de los restos materiales (sean de la naturaleza que sean) de cuyo estudio nos ocupamos. Sin contexto nos movemos, dicho de otro modo, entre tinieblas.

El sitio de las cosas, editado por Carolina Doménech y Sonia Gutiérrez representa, con relación a lo dicho, una reflexión colectiva de enorme interés en torno a la importancia del contexto como condición necesaria, no solo para generar un dato arqueológico bien construido -y, por ende, fiable y contrastable-, sino también para arrojar luz sobre la Alta Edad Media peninsular y el proceso de transición histórica acaecido entre el ocaso del mundo antiguo y la emergencia de al-Andalus. El volumen supone, por este motivo, una manifestación palmaria de cómo la investigación arqueológica desarrollada en los últimos años ha contribuido al avance de nuestro conocimiento sobre la configuración del territorio ibérico durante el periodo altomedieval, poniendo al mismo tiempo de relieve la madurez de la disciplina para ofrecer reflexiones sólidas sobre el registro y su generación.

La publicación, cuyo origen debe enmarcarse en dos iniciativas como son un proyecto del Plan Estatal de Investigación y un seminario internacional celebrado en septiembre de 2018, la conforma un total de dieciséis contribuciones que se organizan en orden cronológico. Esta estructura no está del todo exenta de problemas, dado que si algo define la Alta Edad Media es precisamente su carácter transicional, por lo que necesariamente buena parte de los trabajos tienden a solaparse en términos cronológicos al situarse a caballo “entre dos mundos”. En cualquier caso, y al margen de pequeñas discrepancias relativas a la ordenación de algunos de los artículos a las que se aludirá más abajo, la decisión de las editoras resulta acertada al coincidir en todos los casos un hilo conductor común como es la preocupación por la dimensión contextual en la presentación, si bien desde diferentes perspectivas, de estudios arqueológicos de materiales o asentamientos.

Tras el prólogo de Patrice Cressier y la presentación de las editoras, el volumen lo abre una contribución que, en cierta medida, establece los lindes temáticos y los mimbres teóricos de la senda por la que transcurre buena parte del resto de trabajos. En ella, Agustín Azkárate y José Luis Solaun presentan una interesantísima reflexión crítica, ilustrada con numerosos estudios de caso, sobre los ciclos deposicionales y posdeposicionales que definen los procesos de formación del registro arqueológico, estableciendo de este modo un punto de arranque necesario al volumen por la importancia que a lo largo de sus páginas adquiere el proceso de adquisición de los datos y la identificación de los procesos que reflejan.

El segundo trabajo, escrito a cinco manos y encabezado por Mercedes Tendero, aborda los procesos de reutilización de espacios y materiales en L’Alcudia d’Elx, un fenómeno central y comúnmente presente (aunque no siempre registrado) en la vida de casi cualquier espacio habitado. Empleando como hilo argumental la residualidad -esto es, la presencia de materiales anteriores al momento de formación de los depósitos en los que fueron recuperados-, se expone un caso práctico preciosamente ilustrado gráficamente que pone en relación dialéctica la información cronológica que empleamos para datar, en función de si esta se deriva de los materiales mismos o del examen de la secuencia estratigráfica de los estratos. Las autoras ponen de manifiesto el papel determinante que adquieren “las piezas más ínfimas, rodadas o insignificantes” (p. 46) a la hora de datar ciertos depósitos, lo que inevitablemente evoca “la incalculable importancia de lo infinitamente pequeño” propia del método analítico-deductivo holmesiano.

En la tercera contribución, Alfonso Vigil plantea tres casos de estudio en los que la ausencia de las cosas en su sitio -contraposición a la imagen que subyace en el título de la obra-, resulta central. En su trabajo, y siempre en referencia a asentamientos rurales tardoantiguos, Vigil reflexiona en torno a la frecuencia desigual que muestran los hallazgos de cinturones de placa liriforme en espacios funerarios y residenciales, la visibilidad (invisibilidad, más bien) de dispositivos de molienda en varios de estos yacimientos y la ausencia de marcadores materiales que revelen la explotación y el consumo de mijo por parte de las comunidades campesinas consideradas. Aunque el objetivo no pasa por ofrecer respuestas cerradas a los interrogantes que se plantean, las observaciones sobre las limitaciones del registro arqueológico y la necesaria consideración de toda la riqueza informativa que este presenta (estrategias multiproxy y ampliación del área de análisis para abarcar más allá de las áreas residenciales) resultan del todo pertinentes.

Francesc Rodríguez et al. exponen, en el cuarto trabajo, una síntesis de la investigación arqueológica desarrollada en uno de los sectores mejor conocidos del suburbio portuario de la Tarracona tardoantigua, gracias a la cual se ha dado a conocer la presencia de un complejo entramado de estructuras productivas y habitacionales. A través de una detallada exposición de la cultura material recuperada (cerámica, vidrio y moneda, fundamentalmente) y, particularmente, del análisis de la relación contextual que dichos hallazgos presentaban con un conjunto de edificios, los autores demuestran el mantenimiento de la vitalidad artesanal y comercial más allá del siglo VII, así como el uso persistente de moneda bajoimperial en momentos tardíos, incidiendo una vez más sobre la importancia del contexto para evidenciar el fenómeno de la residualidad.

El quinto trabajo, a cargo de Jaime Vizcaíno, J. Miguel Noguera y M.ª José Madrid, nos traslada al cerro del Molinete, un barrio de cariz artesanal localizado en la ladera meridional de la arx Hasdrubalis de Cartagena. En él se presentan los resultados del estudio de un vertedero de origen doméstico (a juzgar por la naturaleza de los materiales que lo conformaban) acumulado en el interior de una fosa a lo largo de las primeras décadas del siglo VII. Tras exponer el contexto estratigráfico del depósito y describir pormenorizadamente su contenido, se pone de manifiesto la particularidad que representa la elevada presencia de cerámicas de origen africano, reflejando así el vigor de las conexiones comerciales transmediterráneas durante la fase bizantina en Carthago Spartaria.

La contribución de Lauro Olmo, Manuel Castro y Pilar Diarte parte de un estado de la cuestión sobre los cambios urbanos acaecidos en contextos urbanos peninsulares durante época tardoantigua para, posteriormente, centrar el foco sobre el caso de Recópolis mediante la descripción de las transformaciones sufridas en la organización espacial del asentamiento y la cultura material asociada (cerámica, vidrio y monedas) a lo largo de los siglos VI y IX. De entre los elementos de mayor interés del trabajo cabe destacar la dificultad existente a la hora de establecer relaciones directas entre la funcionalidad de los espacios investigados y los conjuntos de materiales de ellos recuperados, lo que de nuevo redunda en la importancia de los protocolos de registro y la reflexión sobre la distribución lateral de los hallazgos.

Manuel Castro nos ofrece un interesante trabajo en torno al uso (y el abuso) de la disciplina numismática, y representa un alegato a favor de la necesaria contextualización de los hallazgos monetales para su empleo como fuente histórica. En su contribución, el autor ordena e inventaría un conjunto de 185 monedas -tanto previamente publicadas como inéditas- recuperadas de la Vega Baja de Toledo, que presenta en un extenso catálogo de diecinueve páginas a modo de apéndice. El punto fuerte, sin embargo, lo constituye la reflexión sobre la relación entre moneda y estratigrafía, para lo cual se atiende a la distribución de la primera en la segunda y a la información que arroja sobre procesos formativos y posdeposicionales de la secuencia. Específicamente, el artículo pone de manifiesto el potencial informativo del estudio numismático como evaluador o verificador de la construcción del registro estratigráfico, y representa una muestra de la renovación de los estudios numismáticos en nuestro país de la mano del diálogo establecido con la estratigrafía.

Sobre la relación entre contexto arqueológico y monedas trata también el artículo de Victoria Amorós y Carolina Doménech, centrando esta vez la atención en uno de los yacimientos clave para la comprensión de la Alta Edad Media ibérica como es El Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete). Una vez más, la superación de la metodología clásica de estudio numismático reducida a la descripción de las monedas queda manifiestamente superada al insertar los hallazgos en su necesario contexto estratigráfico, constatando cómo la residualidad representa nuevamente un fenómeno que ha de ser valorado y evaluado.

El trabajo de M.ª Antonia Martínez, M.ª Paz de Miguel y Sonia Gutiérrez da cuenta de nuevos hallazgos obtenidos a partir del estudio de las ya célebres necrópolis altomedievales pamplonicas. En esta ocasión, las autoras presentan los resultados del análisis cruzado de las informaciones derivadas del análisis contextual, epigráfico y antropológico de un interesantísimo conjunto de anillos con secuencias gráficas en árabe que formaban parte del ajuar personal de individuos de ambos sexos enterrados en las necrópolis de Argaray y de la Casa del Condestable, ambas datadas en el siglo VIII y ambas de rito cristiano. Si, en este caso, las observaciones sobre la importancia del contexto y la utilidad del cruce de informaciones resulta esencial, no son menos relevantes las interpretaciones de orden histórico vertidas en relación con los comportamientos de los actores sociales en un contexto definido por la interacción entre diferentes comunidades mediante relaciones de poder asimétricas. Lamentablemente, la calidad (paupérrima) de buena parte de las fotografías de anillos que acompañan al texto dificultan la lectura autónoma de algunos de los epígrafes.

Joan Negre et al. exponen en su contribución los resultados de la investigación interdisciplinar desarrollada desde el año 2012 en el asentamiento de Tossal de la Vila (Castelló), atendiendo para ello al examen de la arquitectura (tanto de la poliorcética como de los módulos o estructuras menores), la cerámica (mediante análisis morfotipológico y de distribución horizontal), los objetos metálicos, la arqueofauna o un conjunto de artefactos vinculados al ocio. El resultado es un trabajo que, si bien sitúa el foco exclusivamente sobre una instalación vinculada a un contingente militarizado destinada al control de los grupos rurales del entorno, pretende sentar las bases de un proyecto global que incorpore el estudio de otros asentamientos de altura de la misma región y al que deseamos el éxito que la buena praxis arqueológica exhibida en este trabajo demuestra merecer.

El yacimiento del Cabezo Pardo (Albatera/San Isidro, Alicante) es el objeto de estudio del trabajo de M.ª Teresa Ximénez de Embún, un asentamiento rural de cronología emiral organizado de forma dispersa y que está siendo investigado por la autora como parte de su tesis doctoral, si bien en su contribución atiende únicamente a la comparativa de dos de los sectores que conforman dicho yacimiento. Aunque la ausencia de una planimetría general no favorece la comprensión de la relación existente entre ambos espacios, la lectura cruzada de la información estratigráfica, la derivada del registro artefactual cerámico y las dataciones ofrecidas por el radiocarbono permiten a Ximénez de Embún ofrecer una descripción de la secuencia ocupacional de estos sectores del asentamiento y reconocer fenómenos de expolio, reocupación, ritualidad y abandono de gran interés.

Los siguientes dos artículos nos trasladan a sendos contextos urbanos andalusíes situados en el sector meridional de la península. El primero de ellos, de la mano de M.ª Teresa Casal, presenta la secuencia estratigráfica y el contexto material de un sector del arrabal de Šaqunda (Córdoba) definido por su carácter comercial debido a la asociación de espacios y estructuras interpretadas como un funduq y un zoco-calle. La detallada descripción de la materialidad parece sustentar sin demasiado riesgo la propuesta funcional sugerida, que se inserta satisfactoriamente en una discusión interpretativa en términos socioeconómicos sobre la relación entre el mercado y el proceso de urbanización del temprano al-Andalus. El segundo, de Mercedes Navarro, Irene Montilla y Vicente Salvatierra, centra la atención sobre la Casa 1 de la Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos (Jaén), examinando la relación contextual que establece esta estructura doméstica y productiva en el marco del espacio residencial y funerario de Marroquíes, así como la existente entre los diversos ambientes que la conforman y la distribución espacial de los conjuntos materiales hallados en su interior. La precisa exposición del registro material permite ofrecer una lectura de gran interés sobre la organización social del espacio de este complejo habitacional atendiendo a la posible jerarquización funcional de los ambientes que lo constituyen, la estructura social de las familias que lo habitaron y la distribución de los distintos espacios en función del género de sus usuarios.

Tras esta digresión por el mundo urbano andalusí, las editoras incluyen otros dos trabajos que nuevamente vuelven la vista del lector sobre asentamientos rurales de altura ocupados desde el emirato y localizados en el Levante peninsular -si bien, esta vez, en su cuadrante meridional correspondiente a la región murciana-, una decisión que no parece del todo justificada si atendemos a la cronología de sus ocupaciones. En el primero, José Baños presenta el yacimiento de Las Paleras situado en el Cerro del Castillo de Alhama de Murcia, un asentamiento configurado espacialmente por varias unidades estructurales entre las que destaca la alcazaba y el poblado, prestando particular atención al registro cerámico, paleobotánico, metálico y a un interesante conjunto de útiles de piedra que, entre otras cosas, refleja la importancia de la molienda autónoma en el ámbito doméstico y a escala familiar. Por su parte, A. Javier Martínez, Francisco Brotóns y A. Javier Medina exponen en su artículo el caso del asentamiento altomedieval identificado en el Cerro de las Fuentes de Archivel, atendiendo específicamente al sector doméstico y artesanal localizado en la zona oriental del yacimiento. A través del examen de la relación espacial existente entre los conjuntos cerámicos exhumados, los diversos espacios habitacionales e industriales y la estructura interna de los mismos, los autores sugieren la existencia coetánea de varias células conyugales en los mismos complejos domésticos lo que, entre otras cuestiones, pudiera indicar una relación social de parentesco entre las mismas.

La última contribución está escrita en francés y es la única redactada en un idioma diferente al castellano. En esta, Catherine Richarté-Manfredi presenta un interesantísimo trabajo sobre el estudio, desde diversos enfoques metodológicos (morfotipología, petrografía y análisis de residuos), de los conjuntos cerámicos recuperados de una serie de pecios andalusíes excavados en las costas de Provenza. El artículo evidencia el potencial informativo de las técnicas de análisis empleadas para arrojar luz sobre la naturaleza y la procedencia de los bienes transportados, permitiendo de esta manera a su autora, además de demostrar la destacada presencia de vino (tanto rojo como blanco) entre el cargamento, sugerir la existencia de flujos de intercambio comercial entre contextos cristianos y musulmanes en el Mediterráneo occidental más vitales y tempranos de lo hasta ahora asumido.

En definitiva, a modo de conclusión, los dieciséis trabajos aquí reunidos suponen un aporte de gran interés no solo al conocimiento de la Alta Edad Media peninsular, sino también a la reflexión en torno a la construcción del dato arqueológico mismo. Son muchas y variadas las cosas de cuyo estudio se ocupan los/as treinta y ocho autores/as que participan, como lo son las temáticas investigadas, incluyendo la organización del espacio urbano (L’Alcudia, Tarracona, Cartagena, Recópolis, Šaqunda, Marroquíes); la presencia o ausencia de ciertos materiales en su sitio (aldeas tardoantiguas, Vega Baja, El Tolmo, Pamplona); la realidad material de asentamientos rurales de altura (Tossal de la Vila, Cabezo Pardo, Las Paleras, Cerro de las Fuentes) o el contenido derivado de pecios andalusíes.

Aunque el énfasis en la descripción del sitio de las cosas es la tónica en todos los trabajos, es posible advertir un tratamiento diverso del concepto de “contexto” -algo que ya advierte Cressier en el prólogo de la obra-, un factor que, lejos de suponer un problema, es reflejo de la riqueza de perspectivas que aúna el libro. Quizá, a este respecto, quepa destacar la ausencia de trabajos que alejen el zoom de la escala del asentamiento para incluir el análisis espacial y relacional de diversos enclaves no solo de ocupación sino también de producción, si bien resulta evidente la decisión de las editoras en la selección de estudios que primen la micro- y mesoescala a la macroescala propia de la arqueología del paisaje. Menos justificada parece, como se ha venido señalando, la organización del volumen, particularmente la decisión de intercalar los dos trabajos sobre espacios urbanos andalusíes (Córdoba y Jaén) entre los cuatro casos que se ocupan de asentamientos de altura levantinos cuyas similares características y cronologías de ocupación posiblemente hubiesen favorecido su unificación.

En cualquiera de los casos, nos encontramos sin duda ante una publicación que demuestra el vigor y dinamismo de la investigación arqueológica sobre el periodo altomedieval en nuestro país como resultado de décadas de reflexión sobre la dimensión técnica de la disciplina en su faceta de generadora de datos sobre el funcionamiento de las sociedades pretéritas susceptibles de generar conocimiento histórico. Si aún era necesario demostrar la importancia del contexto en arqueología y el potencial informativo de esta, el libro editado por Doménech y Gutiérrez definitivamente pone las cosas en su sitio.